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Cuando por fin llegó la noche del viernes, Jaehyun era un manojo de nervios

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Cuando por fin llegó la noche del viernes, Jaehyun era un manojo de nervios. Le resultaba imposible detener el tamborileo de los dedos sobre la mesa del restaurante mientras esperaba a que apareciera Taesan.

Había concertado la cita a través de la aplicación móvil de la agencia. Con la configuración tan excelente que tenía, era tan fácil como comprar billetes de avión, pero sin acumular puntos. Le mandaron el mensaje de confirmación a su bandeja de correo electrónico, pero ése fue el único indicio que obtuvo de que la cita seguía en pie.

La posibilidad de que Taesan hubiera cambiado de opinión seguía preocupándolo.

Ojalá tuviera su número de móvil, pero supuso que nunca se lo daba a sus clientes. Era demasiado personal. Sobre todo si tenían la costumbre de obsesionarse.

Algo que era una de sus mayores debilidades, y una característica definitoria de su trastorno. No sabía cómo interesarse a medias por algo. O se mostraba indiferente o... se obsesionaba. Y sus obsesiones no eran pasajeras. Lo consumían y se convertían en parte de él. Las atesoraba y las incorporaba a su vida. Como le pasaba con el trabajo.

Debía irse con cuidado con Taesan. Todo lo relacionado con él le gustaba. No solo su aspecto, sino también su paciencia y su amabilidad. Era bueno.

También era una obsesión a punto de consumirlo.

Con suerte, conseguiría mantener la cabeza fría durante las próximas semanas. Tal vez fuera bueno que solo hubiera tres lecciones. Una vez que terminaran, podría concentrarse en alguien a quien sí podría conseguir. Tal vez en Hyukwo.

Cuando el pelinegro entró en el restaurante del hotel, Jaehyun se percató de inmediato. Esa noche, llevaba un traje negro que le sentaba como un guante sobre una camisa blanca. Sin corbata. Tenía el cuello abierto, de modo que destacaba su nuez y la sensual curva de su cuello.

Taesan recorrió la estancia con la mirada hasta dar con él. Jaehyun bajó la vista a la carta, aunque no la podía ver, muy consciente de que
avanzaba muy lentamente hacia él.

—Hola, Jaehyun —Se sentó frente al castaño y cruzó las manos sobre el mantel.

Los pulmones de Jaehyun consiguieron llenarse de aire muy despacio, y así captó el leve aroma del pelinegro. Sintió un vuelco en las entrañas y suspiró. Con sensación derrotada, lo miró a los ojos, contó hasta tres y, luego, apartó la mirada.

—Hola, Taesan.

—¿Ya estás nervioso? —El castaño soltó una tímida carcajada.

—Llevo nervioso desde el sábado.

—Ahora que lo recuerdo... ¿Con quién hablabas por teléfono cuando me fui?

—Con mi madre. Se llama Hyori. Por cierto, ahora cree que eres mi novio —Taesan, que también sonreía, se llevó un nudillo a los labios.

The Love Equations | DdingdongzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora