Capítulo único

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Sabía que el día llegaría. Y aunque lo repasó en su cabeza 1500 veces - sólo 70 veces desde que despertó por la mañana- no se sentía preparado. No es que creyera que ella respondería que "NO", sino por la emoción contenida en su pecho el últimos par de meses desde que se decidió a dar este paso.

*

Ben Solo se encuentra sentado ante una mesa hermosamente decorada en el restaurante al aire libre que eligió para proponérsele a Rey. Hoy es el gran día y Ben llegó con por lo menos 40 minutos de antelación a la hora pactada con su novia de hace un año y tres meses; tiene una enorme sonrisa mientras espera por Rey para proponerle matrimonio.

Una de las meseras se acerca a preguntarle si desea un vaso con agua o algún aperitivo en lo que espera a que llegue su acompañante, a lo que Ben responde cortésmente que no. Él sólo planea estar ahí, sentado. Esperando con una gran sonrisa.

Tamborilea los dedos cuando le llegan flashback del camino que hizo hasta llegar a este justo momento.

Recuerda que fue hace algunas cuantas semanas. Rey se había quedado a dormir en su casa después de haber ido juntos al autocinema. Ella estaba muy muy encariñada con su mascota BB8 -un minúsculo y adorable gato que compartía con su roommate Rose en el apartamento de ambas, al oeste de la ciudad- así que generalmente pensaba dos veces antes de aceptar no llegar a casa. Sin embargo, esa cita, por alguna razón, fue diferente.

Habían texteado por la mañana mientras ambos estaban en sus respectivos trabajos y para la hora de la comida Rey había visto la publicación del autocinema en Instagram: habían comenzado con fines de semana temáticos y ese día estaba programada Grease, una de sus películas favoritas. Ni siquiera había qué cuestionarse si irían a verla o no. El clima estaba genial en la ciudad y -bendito sean los dioses- el auto de Rey se había comportado totalmente a la altura y no los dejó tirados a mitad de ninguna calle antes de llegar al autocinema.

Todo fluyó a su favor. Vieron la película recostados encima del auto y comieron palomitas de maíz mezcladas con M&Ms. Compartieron un gran refresco de Coca Cola, y algunas golosinas.

No necesitaron nada más para que se sintiera perfecto.

Pasaron por el departamento de Ben y las cosas simplemente se sintieron naturales. En la alacena aguardaba una deliciosa botella de licor esperando a ser abierta. La última vez que Hux se pasó por el departamento de su mejor amigo llegó tan cargado de cosas -alimentos mayormente chatarra y algunas botellas de cerveza- que no fue necesario abrirla. Así que Ben y Rey se sentaron en el balcón del departamento con un par de copas frente a ellos, con la luna y su luz bañando sus cabellos. Y hablaron. Por horas.

Rieron, y recordaron y también lloraron un poquito, porque fue de esas pláticas en las que comienzas a hablar de algo tan random como envoltorio del queso y terminas contando tu mayor trauma infantil, o tus sueños más profundos, porque... se siente bien compartirlo con la otra persona.

Así que después de tan maravillosa noche, nadie habló -y muy seguramente tampoco pensó- acerca de que Rey podría volver a su propio departamento.

Ambos se acurrucaron uno junto al otro en la gran cama de Ben.

Así fue como él lo supo.

A la mañana siguiente al abrir los ojos y ver a Rey al lado suyo simplemente supo que lo haría.

Y también supo que quería que fuera perfecto.

Guardó la idea para sí mismo por al menos 24 horas, porque estaba decidido a disfrutarla al máximo en su mente. Recrear una y mil formas románticas -y cursis- para proponérsele a Rey podría fácilmente convertirse en su pasatiempo favorito...

La dulce espera de Ben SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora