Desde hacía tiempo no habían llegado tan hondo sus sentimientos, ahora estaba perdido en su mente y su cuerpo parecía flotar en un mar de serenidad, tan calmado que era aterrador. El frío del lugar no tenía importancia en ese momento, sus ojos, estaban fijos en el paisaje que la noche ofrecía, y aunque oía tocar a la puerta por su autoproclamado "mejor amigo", no bastó para que sus pensamientos fueran interrumpidos.
— ¿Estás tan concentrado que no notas que llevo un rato llamándote? — Habló el albino desde el límite de la habitación, observando que el ruso estaba directo, contemplando algo a través de la ventana.
—.... — El silencio rodeo a ambos, no hubo respuesta y ni un solo movimiento en realidad, tal vez no había escuchado o al menos esa fue la conclusión a la que Nikolai había llegado.
— ¿Puedo saber qué es tan interesante como para que no contestes y me ignores de esa manera? — Se acercó con sigilo, sus pasos resonaban en la oscuridad del lugar, Nikolai se resistió a encender la luz pues ya bastaba con la perfecta iluminación que la luna proporcionaba.
— ¿Te arrepientes? Digo, pudiste tener la libertad que tanto anhelabas... Entonces, ¿Por qué? — Su voz era suave y ligera, como si flotara en el aire, pero sus palabras resonaban con claridad en la habitación.
Antes de responder Nikolai suavizó su mirada y una sutil sonrisa se escapó de sus labios sin que él se diera cuenta. — Con la libertad, las flores y la luna, ¿Quién no sería perfectamente feliz? Pero, ¿Cual es la perfecta libertad? Tal vez estaba siendo codicioso al desear una libertad perfecta, o al menos al desear una libertad que erróneamente pensaba que era perfecta. En mi torpe búsqueda me di cuenta de que eso era imposible, algo había cambiado. Tal como un pájaro enjaulado, es feliz si no lo sabe, pensé que nunca aceptaría estar en una jaula, pero, hablamos de tu jaula, Fedya —.
— No quiero obligarte.
— Tontito ¿aún no entiendes?, El pájaro se metió por su propia voluntad y jamás se arrepentirá de su decisión. Eso es porque... Yo disfruto estar a tu lado. —
Allí estaba, ese sentimiento extraño, cálido y confuso, pero hermoso al mismo tiempo. Hizo que se sintiera como si hasta alguien como él, un ser demonizado por los demás, pudiera ser amado, como si fuera digno de tal cosa como "amar y ser amado".
Pero los sentimientos eran difíciles para él, era difícil encontrar las palabras correctas para decir algo de lo que él no comprendía, no lo entendía, no sabía cómo describir aquello que sentía por el otro. Aunque por el contrario, Nikolai fue más paciente, pues desde el momento en que supo de sus sentimientos hacia Fyodor no dudó en demostrarlos de todas las formas que le fueran posibles.
Fyodor fue sacado de su pequeño trance gracias a su compañero, quien se había acercado y había apartado aquellos cabellos que tapaban su frente. En esos momentos, Nikolai dudaba si manifestar o no sus sentimientos de manera afectuosa, pues su extraña relación podía tornarse incómoda y eso es algo que en el fondo, ninguno de los dos deseaba.
— Deja de pensar, la cena está lista— Nikolai apartó su mano con cierto nerviosismo, esperando que nada de eso hiciera que su relación cambiara.
— Entonces vamos— El pelinegro se levantó, dejando a los dos frente a frente, puso nervioso a Nikolai y en cuanto se dió la vuelta para salir con rapidez de aquel lugar. Fyodor lo siguió en silencio, sin hacer un ruido.
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