: ̗̀➛𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙨𝙤𝙢𝙗𝙧𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚, ¿𝙦𝙪é 𝙩𝙖𝙣 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙘𝙞𝙖𝙡 𝙙𝙚𝙗𝙤 𝙨𝙚𝙧 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙨𝙚𝙧 𝙖𝙢𝙖𝙙𝙤?
Una simple mirada a tu ser amado, ver el cambio mutuo con el paso del tiempo... ¿acaso podrías dejar de sentir la...
Era una madrugada calurosa, la más caliente del mes a mi parecer. Ese lunes por la mañana debía llegar temprano a la preparatoria, pues era el primer día escolar, sin embargo, aún no lograba conciliar el sueño, el día anterior había pasado una tarde estresante y molesta por la iglesia de mis padres. No tenía mucho tiempo que había comprado las cosas que necesitaba, obviamente estaban escondidas, pues mis padres no tenían la mas mínima intención de dejarme tener algo de mi gusto aunque lo hubiese comprado con mi propio dinero. En fin, mi cabeza daba vueltas sobre un millón de temas, sobre todo, aquel joven que hacía poco me había parecido interesante y había establecido una breve conversación conmigo.
Durante breves momentos pensaba si de verdad lo valía entrar a una preparatoria donde no conocía a ninguna persona, sin embargo, mi cuerpo se sentía cada vez mas pesado, seguramente se debía a que esa tarde no se me había permitido alimento alguno como parte de la "terapia de conversión" a la que se me sometía. Contrario a lo que se creería, no era por ser gay, pues ni mis padres ni la iglesia sabían eso, si no por mis ideas de falta de pertenencia social a ese culto. El calor y el hambre se apoderaban de mi cuerpo, débil y estresado, me levante de la cama (en tal caso el miserable colchón viejo que se encontraba en el suelo de la habitación y tome la computadora que me había regalado mi tío. Comencé a leer historias de internet, obviamente con cuidado de no conectarme a la red de mis padres, para que no tuvieran acceso a mi historial.
Un par de horas después, desperté con los gritos de mis padres, estaban peleando, ¿por qué? Quién sabe. Suspiré pesadamente, metiendo el computador a la mochila, teniendo ya ahí todo lo que necesitaría para el día, ¡pero no podía salir de casa en pijama! Aún tenía algo de dignidad, así que decidí que lo más sensato sería cambiarme, el uniforme no era tan malo (un pantalón de vestir color negro, una camisa de vestir blanca, un chaleco de algodón color azul grisáceo, una corbata negra con líneas diagonales blancas y rojas, con el logo del colegio en la punta y un saco del mismo color que el pantalón igual con el logo escolar), a final de cuentas era del agrado de mis padres y del mío, ganar-ganar. Cuando estuve listo, revolví ligeramente mi cabello y me puse las gafas. No soy muy alto pero tampoco mido 160 cm, estoy seguro de que arriba de los 168 si estoy. Caminé lentamente don la bandolera a mi costado, evadiendo a mis padres, en vano en absoluto.
