6. Trato hecho (disparador wattpadadrenalinear)

21 3 1
                                    

Dina había atado a Uxío a una silla con infalibles nudos marineros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dina había atado a Uxío a una silla con infalibles nudos marineros. Aquel libro que leyó en la  academia había servido de ayuda.

—Ahora me dirás todo, Uxío Foz... ¿Qué hacías en mi casa? —preguntó Dina, fría como un témpano.

—Ya te lo he explicado. Alguien compró un cuchillo que tenía a la venta en Ebuy, y cuando vi tu nombre en la dirección de envío me pareció una casualidad muy rara, así que decidí venir y entregártelo yo mismo.

—Ni en internet puedo comprar tranquila... —dijo exasperada—. Vale, eso lo entiendo, pero llevas un día escondido en mi desván...

—Tengo una explicación —se excusó él en una queja mientras intentaba moverse del abrazo de las cuerdas.

—Soy toda oídos.

—Llegué y tu no estabas, nadie respondió a la puerta, decidí esperarte dentro, vi a tus padres pero ellos estaban tan concentrados haciendo sus cosas que ni siquiera se dieron cuenta de que yo había entrado. Y ya está, decidí explorar un poco la casa... Tenía curiosidad... —dijo algo avergonzado—. Jamás había estado en una casa así, y como sabía que tenías que llegar del colegio por las vacaciones de Navidad... Pues esperé.

Dina estaba fastidiada, le daba rabia que la seguridad de su casa hubiera sido tan débil, si hubiera sido un enemigo de la logia podría haberla matado mientras dormía a ella y a sus padres. Había sido muy irresponsable.

—¿A ti no te esperan en casa por Navidad? —preguntó enfadada por su propia estupidez transitoria.

La mirada de Uxío se ensombreció, aunque aún tenía esa sonrisa irónica en la cara.

—No hay nadie, quiero decir, mi casa es la academia. Solo estoy yo... —murmuró intentando ocultar el dolor de sus palabras, negó con la cabeza y rió—. No es como si me hiciera falta más... Y ahora, ¿me puedes desatar, Sang?

Dina sabía que Uxío era irónico y que se tomaba todo como un chiste, pero no era tonta, había visto como esa revelación le había traído dolor a su compañero de misiones.

Estaba ahí no por la casualidad, sino por qué se sentía solo en esas fechas. El maestro de la logia les había dicho que volvieran a casa por navidad, y él se había tenido que quedar en la academia, solo.

Dina le desató y sin más preámbulo lo llevó a comer algo a la cocina, con distancia e indiferencia. Sus padres estaban tan absortos en su trabajo que jamás se darían cuenta de que tenían a un invitado. Dina lo llevó a su habitación después de eso y él miró la colección de cuchillos Castia.

—Vaya... Sang... Tu colección es... —susurró muy impresionado, eran un tesoro.

—Incompleta —concluyó ella, seria—. Y a todo eso...

Dina adelantó su brazo con la palma extendida. Miró a Uxío con una ceja levantada.

—¡Oh sí, claro! El causante de todo. —Uxío buscó en su mochila el paquete y se lo entregó.

Dina Sang ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora