Del más impreciso momento nace una única amistad.
Hace ocho meses, descubrí qué es lo que hacen las personas cuando están en silencio. ¿Piensan en cómo continuar viviendo? Tal vez, en ese momento no era listo para entenderlo, aunque me lo explicaran mil veces. La torpeza del humano es más usual que una rosa en medio de un jardín. En aquellos días de agosto, cuando entrenaba mi cuerpo, ¿para qué? Apenas era un delgaducho. Aun así, me mantenía con disciplina. ¿Para impresionar a una chica? Tal vez, aunque no llegué a hacerlo. El propósito inicial se fue a la ruina en un momento imprevisto.
¿Conoces esas amistades que llegan sin que las esperes? Eso me pasó a mí, conocí a una chica de 34 años que, sin esperar a que el tiempo nos destinara, hablamos ese 15 de agosto como si nos conociéramos desde hace años.
—Es bueno conocer a otra persona que le guste escribir -me habló por primera vez al leer un pequeño fragmento de lo que escribía.
— ¿También te gusta escribir? —Le pregunté. Sus ojos brillaban con soledad.
—Es el único lugar donde puedo ser yo.
Quedé pensando en esas palabras, no sé a qué se refería, pero sus ojos pedían en silencio ayuda por la soledad. Desde ese momento decidí hacerme amigo de Gina. Aunque yo apenas tuviera 18 años, esperaba que aquel café que tomamos juntos en Metrocentro no fuera el primero y el último. Recuerdo ese momento gracioso donde Gina se puso nerviosa al pedir mi número. No se lo negué. Es más, se lo di porque algo me decía que de allí se iba a levantar una amistad sincera. Cuando llegué a casa ese 15 de agosto, miré mi celular y tenía varios mensajes de ella. Esperé para contestarle, y ella me contestaba tan pronto le escribía. "Fue tan bueno conocernos".
—Eres gracioso -comenzó ella la plática.
—Es que compartí algo en común con una persona.
—Debes seguir escribiendo... un día llegarás a ver que todo lo que te esforzaste, fue para bien.
No saben que ánimos me dio eso. Suena un poco raro, pero solo llegué a conocer su nombre de pila, Gina. A decir verdad, ella nunca quiso compartir su nombre conmigo al inicio. No veía él porque retenerse a decir un solo nombre, uno por el cual llamarla con respeto. ¡No pude tenerlo!"En los momentos de calma, descubrí a Gina; en cada palabra suya, encontré una chispa, en sus momentos encontré inspiración".
Al despertar el día siguiente, me di cuenta que Gina me había dicho "buenos días", en chat, ¡pero lo hizo!
— ¡Empieza tú día con actitud! ¡Haz planes, para que tengas una vida muy bien bendecida!
No entendí porque me dijo eso, no lo sabía... no me lo pregunte, si apenas sabía su nombre de pila. En esos momentos no conocía sus sentimientos, ni sus angustias o preocupaciones. Solo éramos dos personas recién conocidas, cuyo hecho común era escribir. En pocos días quedamos de vernos en un parque de San Salvador, el famoso "Centro Histórico". Quería ver como las palomas se unían a comer por los granos de maicillo que los turistas botan, y como salían volando al medio espanto. Y más que eso, quería que leyéramos juntos.
Estuvimos en el parque buen rato, ella había ido con un vestido rosa un dedo arriba de su rodilla con girasoles plasmado en el vestido. Y yo, pues... andaba normal, con lo que tenía a simple vista. Muy simple, no supe que ponerme. No entendía porque vestía así, hasta que añadió: "Los girasoles son como el sol, para mí, cada pétalo es un rayo, un nuevo inicio, un nuevo comienzo". Solo asentí fingiendo haber entendido.
Aquel parque se volvió molesto cuando el llanto de un bebe no cesaba, desconcentró nuestra lectura... esa preciada lectura. Mina leyendo "La Tregua" de Mario Benedetti y yo leyendo "El Último Deseo" de Anderzej Sapkowski. A ella le fascinaban los libros de romance y los de terror, un gusto contrario al mío que sentía atracción por los libros de fantasía e históricos de sucesos increíbles. Sin embargo, compartimos cada minuto, como si fuésemos fans de los libros de los que en nuestra ocasión nos indignamos a leer.
—Mi libro favorito es "Eleonor y Park" —cerró su libro. Me quedaba mirando fijamente.
—El mío es "La Vida de los Agrippa" —le respondí.
Gina no sabía nada de ese libro, estoy seguro que ustedes tampoco lo sabrán. No muchos lo leyeron, pero aquellos que sí lo hicieron, son simplemente afortunados. Pregunten como lo conseguí, tal vez les dé una respuesta. Esa mañana pasó volando y nos despedimos, y antes de irnos pude ver su sonrisa por primera vez. Una sonrisa que hasta el día de hoy recuerdo a la perfección."Fíjate bien en su sonrisa, puede que este escondiendo algo que no puede cargar".
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No te vayas
Teen FictionAlan es un joven universitario que conoce a Gina en un café; se ve envuelto en los sentimientos de Gina y su soledad por lo que procura ayudarle con lo que puede. Así nace la amistad entre Alan y Gina que llega a evocar a sentimientos más profundos...