El fin del mundo

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MANADA X STILES

Todo sucedió sin aviso.

Hubo pistas, pero no las creyeron o los que lo hicieron se les llamaron locos.

El fin del mundo fue en un día y desde ahí todo cambio.

Stiles sabía lo iba a ocurrir desde el momento en que las noticias se volvieron locas y sus supervisores habían comenzado a tener ciertas conductas extrañas, más que nada su grupo élite que era conformado por sobrenaturales. Estaba lejos de casa y no sabía que iba a suceder.

— Mieczyslaw. — gritó encontrándose con un hombre de cabello azabache cubierto de algunas canas de ojos azules.

— Jeff, ¿qué pasa?

— Tienes que regresas a casa, las cosas no están nada bien. No vamos a poder contra esto o por lo menos los humanos no van a durar mucho.

— ¿A qué te refieres?

— Un virus se ha esparcido sin advertencia, no lo hemos logrado contener pero sabemos de que se trata.

— No puedes hablar en serio.

— Vete a casa.

*

Stiles miró de manera seria el antiguo cartel que le daba la bienvenida a su hogar. Su mirada estaba un poco vacía y había perdido su brillo, 3estaba vestido con un pantalón de mezclilla desgastados con algunas partes rotas, una playera vino ceñida al cuerpo y arriba de esta tenía una chaqueta negra, tenía unas botas militares negras. Cargaba con una mochila algo grande, un machete en su espalda y dos armas en su cintura.

Había pasado cerca de un año desde que el mundo termino, había perdido comunicación con todas las personas que alguna vez quiso y con las pocas que había viajado habían muerto a manos de los "caminantes", básicamente zombies como los que solían verse en las películas o series.

Había tardado todo ese tiempo en llegar a casa. Cuando las cosas empeoraron él estaba en California así que tuvo que caminar por días horas y aprendió a sobrevivir de las peores formas, pero seguía vivo.

— Bienvenido a casa, Stiles. Lo lograste. — se dijo a sí mismo con una ligera sonrisa. Tenía miedo de que ya no hubiera nadie esperando por él o que se hubieran ido, pero tenía que buscar a su padre, sus amigos, a Derek y a su cachorro; sabía que todos ellos podían sobrevivir, sus habilidades los ayudarían.

*

Tres adolescentes caminaban de manera tranquila por las calles del pueblo, había uno que otro caminante a su alrededor, si no hacían ruido no llamaban su atención.

Llegaron a una de las pocas tiendas que había en ese lugar.

— ¿Cuánto tiempo más tenemos que hacer esto? La comida se va a acabar en poco tiempo. — comentó Liam cansado mientras tomaba algunas latas del comida.

— Hemos racionado bastante y papá tenía algunas también, espero que duremos un poco más. Es peligroso salir del pueblo.

— Es peligroso estar en el pueblo.

— ¡Encontré oro! — gritó Isaac con emoción mientras les enseñaba una bolsa de chocolates y dulces, también había panques.

— Genial.

Escucharon sonidos de pisadas muy cercanas.

Liam dejó al menor de ellos tres detrás de él, el castaño quería hacer más, pero sabía que esos dos que consideraba sus hermanos mayores jamás lo dejarían luchar contra esas cosas. Los hombres lobo podían ser inmunes hasta cierto sentido, pero el virus podía debilitarlos y hacer que perdieran poco a poco sus habilidades dejándolos casi como humanos y teniendo más riesgo a contagiarse si los volvían a morder.

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