[Reescrito]¹

563 34 8
                                    

P R O P I E D A D

Se movía lentamente, arrastrando su cuerpo, nunca pensó en llegar a aquel punto sin retornó, pero no impedirá estar cerca de lo que buscaba, tuvo casi todo en sus manos, ahora sólo era como una asquerosa rata atarastrandose por sobrevivir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se movía lentamente, arrastrando su cuerpo, nunca pensó en llegar a aquel punto sin retornó, pero no impedirá estar cerca de lo que buscaba, tuvo casi todo en sus manos, ahora sólo era como una asquerosa rata atarastrandose por sobrevivir. El sonido de fondo era tenemobroso, los autos chocando, los gritos de las pobres familias que eran amenazadas ou asesinadas, mientras los pocos militares hacían todo lo posible en llevarse a los jóvenes para no ser abusados por las sucias manos de los ganadores.

Cruel y frágil, siguió su camino, ejerciendo toda fuerza en su cuerpo para caminar tembloroso ante su antiguo hogar, sus piernas fallar y caer con dureza contra el piso de madera, el dolor era insoportable, era consiente que el ataque del territorio siempre sería lo más doloroso, como todo era destrozado mientras su mente aguardaba cada llanto, suplica, plegaria, al compás de desgarradores gritos de niños los cuales probablemente serían objetos de placer humanos, asqueroso.

Volvió a levantarse, para apoyar su cuerpo en la pared, respirando con poca regularidad, par finalmente seguir su caminó, tal como lo dejó en aquella mañana, un hogar limpio, próspero y tranquilo, alejado de todo el posible infierno que estaba tomando Berlín.

Llegó de manera lenta, subir las escaleras algo tan simple que causa dolor, mientras la sangre desbordaba de aquella erida de los misiles ante el terreno, la cual en un recuerdo presente será acompañada por una canción de cuna, por los padres para que sus hijos ignoren la destrucción de los hogares cercanos.

Finalmente llegó a su destino, un suspiro de alivio salió de lo profundo de sus pulmones al notar la puerta cerrada, abrió lentamente, esperando ver a aquellos niños durmiendo con total calma, gracias a los cielos, fue cumplido y estaban bien, lágrimas que guardo en todo el caos, finalmente cayeron de sus ojos cristalinos, todo lo que llegó a tener, prometido dejarlos a ellos, ahora, nada más que un amargo recuerdo, donde perdió la cabeza con actos desesperados acompañado por el ego de grandeza, se derrumbó tan fácilmente.

No tenía ni idea del paradero de sus aliados, la mayoría inútiles y de poca fé, el que más llegaba a causar preocupación fue Imperio Japonés, puesto que este tenía muchas, pero demasiadas cosas las cuales pueden ser desmanteladas, incluso diría que peores a sus actos, sonrió sin gracia, si acababan muertos, al menos haría burla de este al estar en el maldito infierno juntos, acompañados de sus gobernantes y fieles, los cuales estarían dispuestos a todo si volvía a hablar de aquella grandeza.

Su ideología no morirá, de aquello estaba completamente seguro, la marca que dejó, siempre presentará acto de curiosidad, igualmente todo será registrado en libros didácticos nada a profundidad, causa que simplemente será algo pasable y mucha importancia, donde probablemente será cortas páginas donde no habrá tanta información como los curiosos que darán la vida por todos los secretos que dejó bajo tierra, que fueron destruidos por pedido propio para no dar el placer del conocimiento a sus enemigos.

• P.R.O.P.I.E.D.A.D •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora