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¿Puedes recordar algo?

La imagen se reprodujo en su cabeza varias veces. Las luces roja y azul cegaban sus ojos, sintió punzadas en todo su cuerpo, asimilando el dolor en cuestión de segundos. Emitiendo un ronco grito lleno de dolor, aturdiéndose él mismo. Apoyo sus manos en el suelo para intentar levantarse, tenía un par de huesos rotos, sentía que sus costillas empezaban a encajarse a sus pulmones, volviendo a tirarlo al piso de manera agresiva. Observo por la ventana rota como las luces se hacían más fuertes.

¿Qué es lo que estás viviendo?

Alguien sujetó sus piernas, y lo arrastro fuera de aquel local, dejando como rastro la joyería de oro que había guardado en una bolsa minutos antes. Intento enfocar la vista en la persona que le "rescataba" con dificultad, logrando ver sólo el camino de sangre que dejaba al ser arrastrado. Sintió como el aire de pronto golpeo su rostro, había quedado inconsciente sin darse cuenta, notando estar en un callejón con pedazos de cartón encima de él.

¿Qué es lo que sientes?

"Dolor" fue lo único que sintió al notar como sus costados habían sido sanados con un par de puntadas. No lo habían atrapado. Se levantó con dificultad, cojeando al caminar para salir del callejón. Fue cegado por la luz del día, contrastando su asquerosas y sucia apariencia, además de temerosa. Sus ropas nadaban en sangre, mientras su rostro moreteado sólo le empeoraba.

Comenzó a caminar a casa, aguantando la mirada de las personas que se asustaban al verle. Era sólo un niño de 15 años, y aunque aparentará unos años más, la gente sentía una gran lastima por el menor.

— ¿Puede terminar, Franz? —abrió poco a poco los ojos, manteniendo una mirada sería dirigiéndola poco después al hombre de notables canas que estaba sentado a un lado— esto de la hipnosis es sólo mentiras.

— ¿En verdad no ha funcionado? —dejó escapar un suspiro algo desconfiado de la respuesta que le había dado.

— Freud se equivocaba con esta técnica, es inservible —se levantó con algo de dificulta del sillón, disimulándola ante el psicólogo— mi cerebro es sumamente diferente a el tipo de personas que vivían antes.

— No voy a corregirte, Wesley. Tú ya eres un psicólogo profesional ¿No? —Hizo una breve pausa analizando al menor que apenas podía mantenerse de pie— supongo que tú sabes lo que a ti te funciona, y lo que no. Sabes perfectamente el trabajo de un psicólogo, de un psiquiatra, de un neurólogo, y aun así te niegas a ser ayudado.

— ¿A qué quiere llegar? —enmarcó una ceja desafiándole con la mirada, en busca de intimidarlo.

— Estas aquí porque buscas ayuda, pero no te dejas ayudar. Como psicólogo te frustraría tener un paciente tan testarudo —se levantó con pesadez caminando a paso lento hasta su escritorio, sentándose en su silla con cuidado, acomodándose en esta misma para poder verle— Estoy seguro que has visto algo, pero bien, esperaré a que me digas que fue. Puedes retirarte, hasta la otra semana.

Dejo ir un suspiro, tomó su chaqueta y salió del consultorio sin despedirse. Camino hasta la recepción algo molesto, no sólo por su ligera discusión con el psicólogo Franz, si no, las memorias que le trajo eran las que más le molestaban de su pasado. Sentirse traicionado, humillado y utilizado le enfurecía más que nunca. Metió sus manos en busca de unos cigarrillos mientras caminaban a la salida, topando con otra persona al sacar su puro. Frunció el ceño completamente enfurecido. Abrió la boca sólo para gritarle a la otra persona, pero está sólo corrió dentro de las oficinas como si no le hubiera importando el recién accidente.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2015 ⏰

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El comienzo del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora