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¿Has sentido esa sensación de miedo profundo cuando sabes que las cosas están yendo mal? ¿Qué pasa cuando vives con ella toda tu vida? Cuando sabes que has hecho todo mal, y las cosas que quisieras arreglar, ya están reparadas por alguien más. Ese miedo de perder tu vida por unas botellas de alcohol, un cigarrillo de marihuana, o por inhalar un poco de cocaína, no se compara al miedo que tuve cuando te vi alejándote de mis brazos. ¿Qué se hace al saber que toda tu vida no tuvo sentido hasta que lo conociste? ¿Qué pudiste ser otra persona aquella noche? Cambiar la sangre correr por todo tu cuerpo de cristal, por una almohada humedecida gracias a las lágrimas que debiste derramar en casa en vez del asiento destrozado de tu automóvil lleno de recuerdos. Tuve miles de segundas oportunidades, y hasta hoy me doy cuenta. Cuando siento que el aire ya no llega a mis pulmones, y mis ojos están secos como el desierto más caluroso del mundo, y mi corazón deja de latir, como cuando sentía sus dulces labios en los míos, como el tiempo cuando sujetaba su mano con delicadeza cuando estaba distraído. La vida me dijo tantas veces en que fallé, y yo solo hice caso omiso de las advertencias que me obsequiaron. Fui egoísta, fui cruel, fui malo en bastantes aspectos que me llevaron a mi muerte carnal, y espiritual. Sólo fui un cuerpo andando por las calles de mi ciudad, me dejé guiar por el viento, y me volví parte del cielo tantas noches.

¡Resiste imbécil, no te vayas de mí, por favor, Wes! —Su voz era tan gruesa, que retumbaba en las paredes de mi cráneo. Sentía sus manos en la mía, sujetándola con fuerza — ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué no pensaste que tenías amigos, tenías familia por quién vivir?!

Mis oídos funcionaban de vez en cuando, los pocos sonidos que entendía después de eso, solo fueron sollozos y maldiciones hacia mi cuerpo sin vida, que se confundía con los aparatos médicos que intentaban salvarme, pero no tenía caso alguno. Mi voluntad era morir, que mis cenizas se mezclaran  con el viento y la arena del mar, ser libre de la tortura humana que me tocaba diariamente.

Sentí mi cuerpo sacudirse por los electroshocks que daban a mi pecho. Estaba grave, lo sentía por el hermoso sonido de mi futuro fallecimiento. Cada segundo se acercaba más, y yo, por fin me iría de aquí, y ardería en las llamas del infierno, como fue predicho dese que nací.

¡Wes, no! —El grito despertó todos mi sentidos, y mi corazón comenzó a latir como si compitiera en una carrera — ¡Déjenme pasar! Necesito verlo, quiero que esté vivo, ¡Escucho lo grave que ésta, no intente persuadirme!

 

Si tuviera la oportunidad, o la fuerza de levantarme, iría hacia allá sin pensarlo, y lo abrazaría… sólo así moriría feliz, pero al menos, escuchar mi nombre siendo pronunciado por sus artesanales labios, me dejaban irme en paz...

¡Lo estamos perdiendo!

¡Resucítenlo!

¡La máquina se ha desconectado, no podemos hacer nada!

Resiste, joven, solo un poco más.

 

Ya no escuche absolutamente nada, mis sentidos se fueron al caño, tal vez junto a la vida que me quedaba, y las posibilidades de ser feliz. El dolor desvaneció de todo mi cuerpo, pero los recuerdos de su hermoso cabello castaño me destrozaron el alma, su hermosa sonrisa llena de ternura, sus preciosos ojos negros observándome con un infinito amor que creí que era para mí. Su voz clamándome con felicidad, sus manos tocando las mías, su calidez que ahuyentaba  todo frío de mí. La primera mentira que me dijo fue tan dulce, que sabía que creerla era una completa estúpidez: “Te amo, Wes. Mis sentimientos hacia ti son verdaderos”  y creyendo en esto, cavé mi tumba. Lo amo tanto que mi alma llora aun al escuchar su nombre, tanto que mi corazón se rompe un poco al recordarle, y mis manos se lastiman solo por aferrase a su presencia. El amor hacia él, fue lo único que quedo detrás de mi muerte.

El comienzo del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora