II

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No es primera vez que se tocan, aunque nunca llegaron más allá de los límites. Era común perderse río arriba mientras alguna ceremonia se llevaba a cabo y comenzar a experimentar los primeros besos y caricias con sus futuras parejas. Solo era probar, nada más y quedar ansiosos por más encuentros. Era lo habitual.

Pero ahora recibirá la experiencia completa.

Nunca ha visto a Chifuyu desnudo, aunque más de una vez se atrevió a tocar bajo sus ropas en esas escapadas fortuitas entre los arbustos. Recuerda la suavidad de su piel, lo caliente que se sentía al tacto y no es muy diferente ahora.

No sabe que decir, no tiene palabra alguna. Nunca ha sido el mejor hablando, aunque a su esposo nunca le ha molestado esa característica.

¡Está tan enamorado de ese chico!

—¿Estás cansado? —pregunta en un susurro.

Están recostados en la cama, aun sobre las sábanas. Sus ropas están amontonadas en un rincón junto a la corona de su esposo y la armadura de cuero que este le hizo como regalo. La lámpara de la mesita de noche es la única luz que tienen para iluminar sus cuerpos y no se siente satisfecho con eso. Keisuke quiere ver si la piel lechosa de su omega es tan pálida como la de su rostro y manos, quiere saber qué tanto contrasta con la suya.

—Un poco —responde con una leve sonrisa en sus labios. Su gesto favorito —, ¿y tú?

—¿Podría sentirme cansado siquiera teniéndote aquí a mi lado? —pregunta de vuelta y Chifuyu ríe. Su corazón se aprieta y no duda en hacer lo mismo con el cuerpo semidesnudo de su omega —. Esperé toda una vida, Chifuyu. Desde que nací, si es que no desde mucho antes, para al fin desposarte. No hay forma de que esté cansado si al fin te tengo.

—¿Por qué lo dices así? ¡Es vergonzoso!

Esta vez no dice nada, solo se acerca de nuevo para depositar besos al azar por todo su rostro hasta llegar a sus labios. Esa bendita boca que ha tenido el placer de probar en más de una ocasión, de ser el primer y único alfa en poseer.

Los labios de su omega son suaves y regordetes, tienen un tierno color rosa que se oscurece a medida que los maltrata con los suyos y es que no puede evitar succionar y morder hasta lograr dejarlos rojos e hinchados.

Aún recuerda la primera vez que lo hizo y es difícil no hacerlo cuando gracias a eso fue perseguido por su madre con una espada y a Chifuyu lo dejaron encerrado un mes completo en su yurta como castigo. De todas formas, nunca se ha arrepentido.

Se hunde en su cuello una vez se aleja de la boca. Con su mano acuna la mejilla izquierda y Chifuyu se hunde en ella a la vez que deja espacio libre para que sus labios y colmillos vaguen por su piel. Se siente ansioso, quiere hundir sus colmillos ahí, reclamarlo como es debido pues unas palabras no son suficientes para declararlo suyo.

Quiere morderlo, dejarle su marca y al fin sentir los latidos de Chifuyu como propios.

Succiona con algo de fuerza la piel contraria haciendo que Chifuyu suelte un jadeo agudo. Ese simple gesto hace que su interior se encienda. Gruñe con fuerza, su lobo está descontrolado y tiene miedo de dejar salir todas esas ganas que siente de poseerlo de inmediato.

Es su primera vez, no tiene mucha experiencia, todo lo que conoce ha sido aprendido de la mano con Chifuyu, así que tiene que ir con calma. Ambos son demasiado jóvenes, con más deseo que experiencia a esas alturas.

—Quiero que me marques. Llevo deseándolo desde esa vez en el río.

—Eso fue hace tiempo, cariño. Debes estar sufriendo mucho —responde con voz ronca por el deseo y eso hace estremecer el cuerpo de su omega. Esa voz solo se la ha mostrado a él.

Prometido [AU/BajiFuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora