3 - Una pequeña planta

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El Megacaballero se está arreglando para una ¿cita? con la PEKKA. Para ellos no era una cita, sino que se pusieron de acuerdo para pasar el rato juntos, sin intención de luchar.

Se peinó un poco, se puso su armadura y sus guantes recién pulidos, quedando totalmente elegante y listo para el encuentro. Ya arreglado salió de su casa para ir caminando con ella.

Estaba emocionado por tener el privilegio de pasar tiempo a su lado, cada momento que pasaba con ella se sentía como si estuviera en el cielo, de verdad adoraba a esa mujer.

Se perdió tanto en sus pensamientos que se le olvidó llevarle algo... ¡Que tonto! Se vería muy irrespetuoso llegar con las manos vacías...

El resto del trayecto estuvo estresado. ¿Que pensaría de él? ¿Querría seguir pasando tiempo con él? Cuando de repente, por lo que pareciera arte de magia encontró un puesto pequeño de plantas.

Solo un detalle, era manejado por un duende. Esos enanos verdes no eran de confiar... Pero no había opción. Se acercó al puesto de plantas, y vió todas las opciones.

...¿Es en serio? Todas las macetas tenían la misma planta. Un brote pequeño con hojas como las de cualquier árbol, pero estas se veían puntiagudas.

Cuidadosamente se quitó sus guantes, los cuales colocó en una bolsa de tela que habia traído por si acaso. Ya hecho esto acercó su mano a la planta y la acarició. No era lo mejor, pero no había más opciones.

- ¿Cuánto sería? - Preguntó al duende en su tono serio habitual.-

El duende hizo señas indicando el precio mientras hablaba su idioma que ninguna tropa a parte de los demás duendes entendía, pero gracias a las expresiones supo que serian 8 monedas de oro.

El megacaballero las sacó y se las entregó, así tomando la maceta y regresando a su trayecto. Caminó y caminó hasta que llegó a su destino, viendo a la mujer a lo lejos.

- ¡Mega, ahí estas! - Mencionó la guerrera, yendo hacia él.

- Hola PEKKA... Te traje algo. -Mencionó esto último algo nervioso, con uno de sus brazos detrás de su espalda ocultando la pequeña planta que le compró.-

- ¡Yo también! Que tal si lo mostramos al mismo tiempo.

El caballero asintió. La guerrera habia conseguido un pequeño afilador para los guantes del ojiazul. Él lo vió con una sonrisa en su rostro, y le mostró la maceta que portaba la planta.

- Es muy linda, espera... -La mujer se acercó un poco para analizarla.-

- ¿No te gustó? -Preguntó el megacaballero algo desanimado.

- ¡Me encanta! Solo dime... ¿La agarraste de las hojas?

- Umm, si. ¿Porque la pregunta? -Dijo el de casco, recordando cuando rozó su mano por las hojas de la planta chiquita.

- Oh no...

- ¿Qué? ¿Qué pasa? -Preguntó el chico, empezando a preocuparse.-

- Es una ortiga. Son plantas muy hermosas que incluso tienen usos medicinales, pero si las tocas causan picazón en la zona afectada.

El megacaballero la miró con confusión.

- Solo... Acompañame, te voy a ayudar a curarla. ¿Cuál es tu mano sana?

El caballero le mostró la mano contraria a la mano con la que había tocado la ortiga, y la mujer lo tomó de esa mano, guiando al hombre hacia su casa para curar su mano.

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Palabras: 537

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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