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Incluso si te lo contara, ¿me creerías?

El universo es monumental, está formado por distintos tipos de materia, por millones de cosas que tus ojos no alcanzan a ver y tu cerebro no alcanzaría a imaginar jamás. Las galaxias, las estrellas, los planetas, las nebulosas, los agujeros negros, todo, absolutamente todo viene del mismo lugar.

Hace miles de años se creía erróneamente que todo había comenzado con una explosión, una idea creativa, novedosa para la época, y que llegó a apaciguar la curiosidad y ansia por parte de los seres vivos sobre el darle explicación a su realidad y a lo que los rodea. Sin embargo, el universo es tan enigmático como estricto, nunca deja nada fuera de su lugar, todo y todos somos piezas acomodadas justo donde debemos estar, situadas cuidadosamente por él. Es más simple de lo que parece a plena vista, la única realidad es que el universo se creó solo, tan mágico y extravagante como luce, nació de sí mismo a partir de toneladas y toneladas de energía. Tomó consciencia y comenzó a dividirse en pequeñas migajas que repartió en busca de algo con lo que entretenerse en ese vacío inconmensurable.

El universo es solitario, muy frío, no es alguien con quien puedas charlar, su estancia lo es todo y a la vez nada, está en todos lados a la vez y aún así lograrás sentirte abandonado entre sus magníficos y gigantescos brazos. Una existencia transparente, traslúcida y aburrida.

Pasé millones de años haciéndole compañía, brillaba con tanta intensidad como me fuera posible, había millones de otros como yo, millones de otros con mejor brillo, aquellos que al alzar la vista sin dudar se robarán tu atención en un instante. No era más que un pequeño punto blanco acompañado de verdadera magia brillante por sí misma en una apacible estancia a mi alrededor. Tenía compañía, allá arriba tienes una vista hermosa de la creación más bella que jamás ha existido, nunca te cansarías de verlo, aunque ni siquiera entenderías lo que significa estar cansado en primer lugar. De hecho, no entenderías nada, no hay algo sólido en lo que puedas pensar, no hay emociones, no hay sentimientos, solo un delgado hilo de consciencia que te mantiene unido a tu núcleo de vitalidad artificial e inexperta.

El tiempo pasaba en la misma rutina una y otra vez, un ciclo repetitivo del que no podía salir porque el tiempo ni siquiera existía aún. El día que los segundos comenzaron su infinita cuenta inesperadamente el universo hizo acto de presencia y lo formó todo. El sol, la luna, los planetas, cientos y millones de formas nuevas de magia y vida con una consciencia sólida. Fue así que nació la estrella más brillante, la más poderosa, el sol. Con él vino la vida en esa enorme esfera llamada tierra, el sol y la luna eran amigos muy cercanos e íntimos, juntos formaron pequeñas criaturas que llenarían aquel globo y vivirían en armonía haciendo orgullosos a sus creadores.

El sol creó seres perfectos a su imagen y semejanza. Criaturas fuertes, ágiles, poseedoras de gran conocimiento y de una belleza indescriptible y etérea. Con una presencia tan fuerte y elegante a la vez que resulta imposible apartar la mirada aun si tus ojos son consumidos en el dolor más agónico a muerte. Los vampiros eran eso, todos los goces de la vida unidos a su existencia meramente basada en todos los lujos que estaban a su disposición. Sin embargo, tan pronto su vida comenzó, la muerte hizo acto de presencia.

La luna les brindó la magia, un regalo único y tan especial que nadie en el universo debió ser digno de él. Sus creaciones, a diferencia de los vampiros, tenían más corazón que habilidades o intelecto, su mente estaba conectada a la tierra, echando raíces y respirando a través de las hojas. La naturaleza, magia autosustentable que nacía a partir de cada latido, cada suspiro, cada hoja en algún árbol. Los vampiros jamás trataron de comprender cosas, su corazón era tan diminuto que incluso con sus grandes conocimientos fueron incapaces de sentir amor, lo confundieron con placer y tan pronto como encontraron gozo en el sufrimiento, toda la paz desapareció.

El sol estaba decepcionado, se sentía humillado. La sangre que había sido regalada a ellos como símbolo de vitalidad se había derramado y goteado entre sus labios para engrandecer su ego. Los castigó, los repudió. Cada rayo de sol que solía acariciarlos ahora era una muerte lenta, un castigo por sus pecados que solamente sería pagado con más sufrimiento.

El sol les dio la espalda, la luna se apiadó y en busca de una armonía los cubrió con su manto.

Y yo solo lo vi pasar. De alguna manera a mí que no debería importarme nada, yo quien no debería sentir nada, y quien su único trabajo solo consistía en brillar, deseé con todo mi brillo tener aquello que esas pequeñas criaturas tenían. Una alma, un corazón. Me preguntaba qué se sentiría estar vivo.

Cada día era capaz de apreciar más cosas, mi brillo dejó de interesarme cuando los noté a ellos, sus extraños cuerpos, aquello que llamaban boca y se curvaba hacia arriba y nunca lograba comprender por qué. Aquellas formas extravagantes de todos los colores existentes pero que predominaban en verde llamada naturaleza. Pasaron cientos de años antes que el sol pudiera perdonarlos, los vampiros arrepentidos fueron reprendidos y obligados a consumirse entre ellos a cambio del perdón del sol, de su estrella. Fue así que como obsequio ante la paz y el esfuerzo entre ambas creaciones, el sol y la luna prepararon un regalo, una alma, tan poderosa que poseía núcleo puro del sol y la belleza de la luna.
Con la magia mas vigorosa, capaz de crearlo todo, un nuevo descendiente que traería un equilibrio al mundo.

Su creación trajo consigo el brillo más resplandeciente, de aquel que ni en mis millones de años como una estrella había podido observar. Fue magnético, con mi poca fuerza hice lo impensable para aquellos seres astronómicos cuya única función es permanecer en nuestro sitio. Abandoné mi lugar, abandoné todo lo que conocía en mi vida, mi brillo se fusionó con sus nuevos latidos. Mi corazón se creó y entonces comenzó a latir también.

Los vampiros no tienen un corazón muy grande y aún así yo te robé la mitad del tuyo.

Incluso si me disculpara, ¿me perdonarías?
























Siname Lasterpieck

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2024 ⏰

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