VI

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Bakugou luchaba contra Kirishima como si de eso dependiera su vida mientras el pelirrojo intentaba abrazarla.

No fue hasta que la rubia le dio una cachetada, que Kirishima entendió que esa no era la mejor manera. Su mejilla ahora estaba roja y Katsuki estaba llorando mientras lo veía con enojo.

— No te atrevas a tocarme... — Dijo la rubia mientras se alejaba de él para luego limpiar sus lágrimas mirando hacia otro lado.

— Katsuki... lo siento... — Dijo el pelirrojo antes de levantarse para intentar tomar la mano del rubio, lo cual este rechazo.

Bakugou estaba roto. Y bueno, era normal sabiendo el tipo de situación en el que estaba Katsuki.

Imagina que tu novio de más de un año siga negándose a aclarar que tú y él son novios después de tantas cosas vividas juntos. Tantas promesas a la basura y todo por una orientación sexual. Claro que era una putada.

La ahora chica, limpiaba sus lágrimas con sus mangas que ahora le quedaban grandes por el porte del uniforme, mientras miraba hacia otro lado y su pecho ardía. Su garganta tenía un nudo y de tanto llorar le ardían los ojos.

—Katsuki... por favor mirarme... — dijo el pelirrojo con esperanza de que la rubia lo mirara. Sin embargo, este se negó.

Kirishima pudo sentir el peso del silencio. Pesado como una losa de cemento. Respiro hondo, tratando de controlar las emociones que lo rodeaban y le exigían gritar a todo pulmón sus sentimientos por el rubio. Sin embargo, el miedo lo retenía.

Al final, no pudo decir nada, y no pudo hacer nada para evitar que la rubia saliera de la habitación.

~

Bakugou ahora se encontraba en su propia habitación examinando su cuerpo.

Su uniforme no lo hacía notar, pero sus pechos habían crecido notablemente, su cintura se habia hecho diminuta, había disminuido al menos 10 cm de altura y tenía el cuerpo perfecto de una mujer.

¿Enserio tenía que pasar una semana así? Y eso si es que el efecto era mínimo...

Katsuki soltó un suspiro antes de buscar algo que ponerse para bajar a hacerse algo de comer. Ninguno de sus ropas le quedaban. Quedaban demasiado grandes o se le resbalaban por la cintura.

Como última opción optó por ponerse una camisa negra que le quedaba algo pequeña en la parte del pecho, y por ponerse unos shorts que casi se le resbalaban por la cintura.

Con suerte no habría nadie en la sala común para molestarlo. O eso pensó...

Cuando bajó enseguida fue rodeado por Kaminari, Sero, Mina, Momo y las demás chicas.

— ¡Bakugou-kun! ¡Esas ropas no son apropiadas para una señorita! — Dijo Yaoyorozu con un leve sonrojo mientras sus ojos brillaban por hacerle probar a Bakugou su nueva ropa.

— ¡No soy una señorita, joder! — Dijo el rubio con su ahora afeminada voz mientras Sero comparaba alturas. Ahora era mucho más pequeña.

— Yo si te daba, bro. — Dijo Kaminari con una cara de coquetería falsa antes de reír junto a Sero.

— ¡Idiota de mierda! — Grito Bakugou antes de lanzarse sobre ambos chicos para empezar a explotarlos como solía acostumbrar. Sin embargo, no contaba con que ahora era al menos la mitad de pequeña de lo que era antes, tenía pechos que se movían por fuerza de gravedad, y que como dato importante, no le quedaba su ropa.

Terminó cayendo en posiciones comprometedoras con ambos chicos quienes solo se limitaban a reír con las mejillas sonrojadas mientras Yaoyorozu intentaba quitarles a la rubia de encima.

— ¡Que guapa estás Blasty! — Dijo Sero antes de volver a reír como un loco mientras fingía intentar darle un beso.

— ¡Quita maricon! — Dijo Bakugou mientras trataba de alejar a ambos chicos que fingían querer coquetearle. Aunque no podían negar que era más que un deleite a los ojos ver a aquella muchacha delgada y guapa enfrente de ellos.

Sin embargo, cuando Sero y Kaminari llenaban de caricias a su amiga rubia un sonido parecido a tablas rompiéndose los interrumpió. Miraron hacia la fuente de sonido encontrándose con el chico pelirrojo con una expresión de pocos amigos, mientras sostenía la madera de las escaleras la cual parecía estar a punto de hacerse polvo por la culpa de su particularidad.

Enseguida Kaminari y Sero quedaron tiesos mientras sostenían a Bakugou, quien veía confundido a aquel pelirrojo. ¿Ahora qué le pasaba?

El silencio se irrumpió por Yaomomo quien separó a la rubia de los otros dos chicos y básicamente la secuestro para ir a ponerle ropa "necesaria" aunque en realidad solo quería ponerle ropa linda.

Genderbender por accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora