•10•

4.4K 444 30
                                    

Entre todas las cosas que Jimin tenía en mente, ser "cogido" por su mejor amigo definitivamente no estaba en la lista. Bueno, entre comillas porque será solo la punta, ¿no? No cuenta como coger en su totalidad.

O al menos eso cree él.

Deslizó sus boxers hasta lanzarlos hacia la silla que tenía en un rincón. Se quitó la playera y se miró un buen rato en el espejo. Jamás creyó que algún día estaría preparándose para /casi/ coger con su mejor amigo. ¿Debería ambientar su habitación con un poco de música? Él jamás había cogido con música de fondo. Quizás es una mala idea. Caminó hacia su ventana, y cerró las cortinas para que nadie viera nada, aunque estando en el décimo piso el único testigo sería el pájaro que le canta cada madrugada para levantarse.

Con nerviosismo caminó hacia su cama, y apoyó ambos codos para acostarse sobre su vientre. Arqueó su espalda y se miró nuevamente en el espejo, ¿será una buena pose esperarlo así? Pensaba.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta.

Jungkook estaba aquí.

El omega arqueó la espalda, y acomodó su cabeza contra la almohada, mientras sus mejillas se ruborizaban pensando en qué pensara el alfa al verlo así.

Presentándose ante él.

El azabache abrió la puerta de su habitación con cuidado, y se congeló. Sus fosas nasales se inundaron de fresas y cerezas, mientras que su cuerpo se tensaba ante la vista que tenía al frente suyo. Jimin estaba preparado para lo que sea que tuviera en mente.

Era el festín más grande que tendrá en su vida.

— Llegaste —murmuró el omega desde su almohada.

— Mierda... —jadeó el alfa, viendo las curvas del rubio—. Eres... Una obra de arte, Jimin.

El pelinegro caminó hacia él y con una mano acarició su espalda. Sus dedos viajaban con cuidado, como si estuviera conociendo su piel por primera vez. No quería perderse ningún centímetro. Luego, ésta se detuvo un poco más abajo, en donde se ubicaba su entrada. Jimin respiró hondo y dejó todo salir en el momento que el alfa pasó su pulgar por aquel lugar rosado y suave.

— Estás húmedo.

— Lo sé...

— ¿No te gusta estar húmedo?

— N-no es eso —jadeó—. Es solo que me avergüenza.

Jungkook lo miró y le hizo una mueca de desapruebo.

— No sabes lo mucho que me gusta saber que te humedeces gracias a mi.

Si las mejillas del omega estaban rosadas antes de que Jungkook llegara, ahora definitivamente estaban rojas. No sabe cómo lo hacía, no tiene idea los efectos que causan sobre él, pero si tiene magia en sus palabras, y en las cosas que hace.

— Eres suave aquí abajo, pero eso mi lengua ya lo comprobó.

— Jungkook...

— Y muy rosa.

— B-basta. No lo mires tanto.

— Lo siento —rió, desabrochando su cinturón para liberar su miembro que poco a poco despertaba por la vista que se le presentaba.

— J-jungkook... —jadeó contra la almohada, mientras su mejor amigo jugaba con su entrada.

El alfa tomó su miembro, para golpetearlo contra su nalga derecha. Estaba hambriento, quería más, quería meter la punta de una vez por todas, pero escuchar como Jimin jadeaba y gemía su nombre con algo tan poco, era satisfactorio.

Cherries for breakfast - mini km au. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora