02 | one gaze, one chance

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PARK YANGMI

Con la llegada del esperado mediodía, la cafetería se encontraba en un estado de calma inusual, sin rastro del bullicio habitual. Todos habíamos terminado nuestras tareas individuales; las sillas alineadas contra las mesas que brillaban bajo la iluminación, el dinero recaudado estaba guardado en la caja fuerte, los utensilios de cocina estaban almacenados, y las tazas de porcelana relucían sobre la encimera de mármol.

A pesar de la serenidad del momento, el cansancio se sentía en cada rincón del local. Cada miembro del equipo estaba agotado pero aliviado, y el ambiente reflejaba una fatiga compartida.

Sana, con las ojeras un tanto marcadas, parecía reflejar el desgaste de una semana sin tregua. Johnny presentaba una expresión de cansancio muy fuera de lo común, con una ligera mueca de dolor en la frente, probablemente por la tensión acumulada. Hyuck, por su parte, lucía agotado, con una postura encorvada, fruto de largas horas de trabajo.

Cada uno cargaba con señales visibles de agotamiento, pero compartíamos una satisfacción conjunta al haber superado otra semana de intensa demanda laboral. Sin embargo, el cansancio no solo se notaba en nuestra apariencia, sino que también se sentía en el ambiente. Las sonrisas eran menos frecuentes, las conversaciones más cortas, y cada movimiento parecía llevar un peso extra.

La semana había sido especialmente intensa debido a la llegada de la primavera, una época que siempre atrae a más clientes y beneficia tanto al negocio como a nosotros, el personal.

Personalmente, sentía el peso del cansancio en cada mínimo movimiento; mi espalda dolía y mi mente estaba nublada por la falta de descanso. Para agregar, había caído en una espiral de monotonía: universidad, trabajo y casa, un ciclo que parecía interminable. Aunque estaba exhausta, había un soplo de alivio en el aire; el sábado había llegado, y anhelaba una distracción que rompiera con esta rutina.

Las largas horas en la cafetería, los días interminables y el escaso tiempo libre me estaban agobiando. El pensamiento de las próximas dos semanas, llenas de exámenes y proyectos, solo aumentaba mi ansiedad. No solo me preocupaba por no poder ver a mis amigos más allá del trabajo, sino también por no tener tiempo para mi hermano o para mi adorable gato. La presión por la graduación se hacía cada vez más palpable, y el deseo de escapar de esa burbuja de tensión me atormentaba.

Sabía que era cuestión de organizar mis tiempos de manera adecuada, para equiparar tanto mis intereses con mis obligaciones, pero simplemente no podía con tantas cosas a la vez. Mi estrés aumentaba cada día más y estaba atrapada en una espiral de preocupaciones, pero por más que intentara mantener una actitud positiva y fuerte, en el fondo, me sentía agotada y sobrepasada.

Suspiré mientras abría mi casillero, cerrando los ojos del cansancio. Realmente, necesitaba algo que me ayudara a relajarme y a desconectar de todo. Sentía la necesidad de que algo, por más mínimo que sea, mejorara para poder estar más tranquila y sentirme un poco menos abrumada.

—¿Ya le confirmaste a Jackson? —preguntó Sana mientras abría su casillero, paralelo al mío.

—¿De qué hablas? —fruncí el ceño sin mirarla, mientras me quitaba mi delantal y mi blusa formal.

Ella se quitó la camisa cuidadosamente antes de contestarme. -Sobre su fiesta de cumpleaños, tonta —dijo obvia—. ¿O acaso no te acuerdas cuando nos invitó?

feel me now | kim doyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora