Amor místico🌙🦇 -Rodrivan-

☆ Iván.

- Y por último, recuerda siempre cuidar a tu gente. Cada vampiro que viva en este pueblo será tu responsabilidad, debes procurar siempre buscar lo mejor para ellos. -dijo el conde Thanatos- Afuera hay todo tipo de criaturas, Iván. Te encontrarás con hombres lobo, zombies, fantasmas, algunos bastante amigables, otros no tanto. No todos son malos, pero no todos son buenos, nunca debes confíar completamente en ninguno. Por último, pero no menos importante; debes tener cuidado...

- Con los brujos. -interrumpió Ivan.-

- Exactamente. Sé que no te gustan mucho estas charlas, pero son muy importantes hijo. Gran parte de los brujos son criaturas curiosas y peligrosas que pondrían tu vida en riesgo solo para divertirse un poco. Ya hubo una guerra con ellos una vez, pronto tú tomarás mi lugar y tu deber será asegurarse de que nada así pase de nuevo. ¿Quedó claro?

- Sí, padre, quedó claro -respondió el joven algo desanimado.-

- Perfecto. -dijo el conde. Dio un par de palmadas en el hombro de su hijo en un intento de animarlo un poco. Después, se dio media vuelta y se marchó sin pronunciar otra palabra.-

--El chico suspiró agobiado y se giró dispuesto a irse a su habitación. Flotó con un aire melancolico por los largos y aburridos pasillos hasta que se encontró con una gran puerta lujosa, la cual indicaba que había llegado. Entró en el cuarto y cerró la puerta por detrás suyo. Se tiró en su cama y lanzó otro suspiro mientras miraba la ventana.--

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Iván es un joven vampiro de 119 años. Su cabello, ondulado y negro como la noche; sus ojos, rojos y brillantes como un rubí; su piel, palida como la blanca nieve. Tiene una nariz recta y hermosa, unas hermosas y largas pestañas que adornan sus ojos, labios medio gruesos y unos hermosos dientes que son acompañados por un par de colmillos que puede mostrar y esconder a su voluntad. Es bastante alto, mide exactamente 1.73. También es muy delgado.

El chico es hijo del conde, lo cual lo condena a que cuando sea mayor se hará cargo de un pueblo de vampiros, tendrá muchas responsabilidades y procurará velar por el bien de todos. También es obligado a escuchar cada semana una larga y aburrida charla que su padre le da sobre como actúan todo tipo de criaturas, como cuidar al pueblo, todas las responsabilidades que tendrá y como ser un buen conde. Por suerte la charla de esta semana había acabado hace unos minutos.

A Iván no le gusta nada escuchar a su padre hablar de todas esas cosas, realmente odiaba la idea de tener que hacerse cargo de todo un pueblo y ser un conde. Él siempre había querido una vida normal, pero por desgracia, el universo lo condenó a ser el hijo del jefe.
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- Que hermosa noche, ¿no crees Nekros? -Nekros, que jugaba con un pequeño ratón de juguete, solo lanzó un maullido en respuesta-
--Nekros es un dulce gatito negro que a Iván le regalaron hace unos cuantos años. Era su mayor compañía. Si este no fuese un gato sería casi hasta su hermano--

- Me aburro mucho, Nekros. Necesito algo para distraerme. -El gato se levantó de su sitio, dio un brinco hasta la cama de Iván y se acostó a su lado. Nuevamente maulló-

Iván se quedó un rato más tirado en su cama acariciando a su gatito. Cerró los ojos un par de minutos en un intento de encontrar alguna idea, pero no lo logró. Abrió los ojos y examinó toda la habitación en busqueda de algo para distraerse. Sin exito, detuvo sus ojos en la ventana.
De repente, una idea brillante apareció en su cabeza.

- ¡Una noche hermosa, Nekros, es perfecta para salir a volar! -dijo el chico mientras se paraba de la cama de un salto. El gato solo lo miró confundido-

Iván se puso una camisa de rayas medio holgada y un pantalón ancho de color negro para estar más cómodo. Amarró sus zapatos, se peinó un poco y abrió la ventana dispuesto a irse. Antes de hacerlo se acercó nuevamente a su gato.

- Vuelvo en un rato. No le digas a papá que me fui -decía mientras acariciaba a su gatito- De todas formas, no creo que note que no estoy presente -Un sabor amargo quedó en su boca después de decir esto. Claramente él y su padre no llevaban la mejor relación del mundo; sin embargo, Ivan no quería dañar su noche pensando en eso. Dejó un pequeño beso en la cabeza de su gatito y se dirigió hacia la ya abierta ventana.-

Respiró hondo, dio un salto, y de la nada la habitación se llenó de humo rojo. Iván había tomado su forma de murcielago. Aunque el chico podía volar sin necesidad de transformarse prefería hacerlo ya que esta forma le daba más rápidez y seguridad al momento de moverse. Su ropa había desaparecido, pero él aún la sentía, esto pasaba casi que por arte de magia. Salió de su habitación y cerró la ventana con solo mirarla. Era una de sus habilidades.

Iván no planeaba ir demasiado lejos, quería tomar algo de aire fresco pero no salir de su pueblo. Apesar de que su mejor amigo es un hombre lobo y tiene más amigos que no son exactamente vampiros el chico tiene bastante miedo de encontrarse con otras especies. Este miedo tiene una razón, la guerra contra los brujos que tuvo la desgracia de presenciar hace unos años. De todas formas, el chico no pensó en eso, no pensó en nada, solo quería disfrutar su vuelo nocturno.

Dio un par de piruetas, sonrió mientras sentía el aire correr por sus alas, estaba disfrutando mucho de su pequeña salida.
Pasó unos minutos más volando y divirtiendose, hasta que se sintió algo cansado y decidió parar un momento. Se posó cerca de una nube y en un veloz movimiento volvió a su forma normal. Otra vez era el azabache alto y delgado. Si no estuviese flotando casi hasta podría ser confundido con un humano.

Iván se relajó. No quería pensar en nada, solo quería seguir disfrutando, quería que esa noche no acabara nunca. Se quedó un rato flotando mientras observaba la luna, cosa que era una de sus actividades favoritas.
No sabía por qué la luna llamaba tanto su atención, se sentía tan atraído por esta que hasta pensó que podría ser un hombre lobo vampiro, con el tiempo se dio cuenta de que esta idea no tenía ningún tipo de base y la descartó, pero la curiosidad por la luna siguió.
Iván estaba extremadamente sumergido en sus pensamientos, hasta que de la nada una pequeña risita lo hizo volver a la realidad.

El chico no sabía de dónde venía aquella risita. Empezó a observar a su al rededor para saber quién podría estar cerca suyo, pero lo único que vio fue algo alejandose. Podía ser un vampiro cualquiera, pero algo dentro de él decía que no era así, que era algo más. Su instinto le decía que debía seguirlo, así que eso hizo.

En un abrir y cerrar de ojos Iván se acercó hasta esa cosa, se posó detrás de una nube para observar e intento enfocar su vista en aquel criatura. Definitivamente no era un vampiro, era algo más.
Aquella cosa volaba con entusiasmo y rapidez. Como si estuviese jugando con las estrellas y estas lo estuviesen persiguiendo. Tal vez como si buscara algo.

De un momento a otro empezó a bajar la velocidad, lo cual permitió que Iván lograra saber ante que se encontraba.

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