Parte 1

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El calor pegajoso de la noche envolvía las calles empedradas de Nueva Orleans, impregnadas de un aura de misterio y seducción. Bajo la débil luz de faroles titilantes, el Club Nocturno "Éxtasis" se erguía como un santuario de placeres prohibidos, su fachada de piedra antigua ocultaba los secretos que aguardaban en su interior. Se dice que todo el mundo estaba cegado con esa estructura, ese ambiente que desprende y se dice que era imponente pero atrayente, sin embargo, una jóven iba a hacer que todos supieran todo lo que se tramaba ahí dentro...


Luna, una muchacha de apenas unos 20 años caminaba con paso firme por la acera, sintiendo el pulso acelerado de la ciudad palpitar en su pecho. La brisa cálida mecía su cabello oscuro azabache mientras se acercaba al umbral del club, su corazón latió con anticipación. Desde que puso un pie en Nueva Orleans, había sentido el llamado de lo desconocido, una atracción magnética que la impulsaba hacia lo prohibido. Ella era una chica que se atrevía a todo, no tuvo una vida fácil, siempre envuelta en entuertos, peleas que sumadas a su pésimo ambiente familiar la hicieron también fría.


Ella era nueva en la ciudad y no tenía nadie más que su madre, la cual nunca la crió en condiciones, iba sin rumbo, perdida. Escuchó muchos rumores del sitio al que se dirigía, pero a ella siempre le interesaron los temas oscuros, se decía que en ese sitio se reunía un grupo de salvajes vampiros, monstruos a ojos de cualquier humano, pero a ella no parecía importarle, de hecho le encantaba la idea.


Después de caminar durante alrededor de dos horas, llegó al lugar, pero de golpe sale un hombre corpulento de una esquina poco iluminada y se dispuso a entablar una conversarción con la chica:


-?: Vaya, vaya, no es muy común encontrarse una chica tan jovencita por estos lares, ¿qué se te ha perdido, bonita? ¿Acaso tienes invitación? -Dijo de forma ligeramente burlona-.


-Luna: Qué típico, ¿acaso todos los puertas de disco sois gente sacada de la misma serie b? -Contestó ella, desafiante-.


El hombre se ríe un poco sorprendido y continúa:


-?: Wow chica, solo hago mi trabajo, pero me ha parecido ocurrente, ¿sabes?, no suele entrar gente tan atrevida, me has caído bien, pasa anda, pásatelo bien.


-Luna: mientras no te cueste el puesto, musculitos, pasaré y no te preocupes, no tengo intención de pasármelo mal. -Dijo de forma seca-.


El portero decidió apartarse y señalarle cordialmente con un gesto de brazo la entrada y después le selló la muñeca guiñándole el ojo. Empujó las pesadas puertas del club y fue recibida por una ola de calor y humo de cigarrillo. La música resonaba en sus oídos, envolviéndola en un ritmo hipnótico que la invitaba a dejarse llevar. Sus ojos se ajustaron a la penumbra, explorando el interior del local en busca de algo que la hiciera sentir viva.


Y entonces lo vio.


En un rincón oscuro, apartado de la multitud, un hombre se erguía con una elegancia sobrenatural. Sus ojos rojos, profundos como la noche misma, la atravesaron con una intensidad que la dejó sin aliento. Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras sus miradas se encontraban en un juego silencioso de deseo y peligro. En ese momento se acercaron otros dos hombres a él, parecían reírse y, por sus gestos, parecía que hablaban de ella, todo se confirmó en el momento en el que uno la señaló, aunque el apuesto hombre no mostraba intención de seguirles mucho el juego, de hecho, se quedó mirándola casi todo el rato.


Sin saber cómo ni por qué, Luna se vio caminando hacia él, como si estuviera siendo arrastrada por una fuerza más allá de su control. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se acercaba, consciente de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

El Pacto de la Noche estaba a punto de ser sellado. 

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora