(⁠✯2✯⁠)

2 0 0
                                    

Había una vez en un mundo distante y mágico, una chica llamada Selene que estaba hecha de estrellas. Desde que nació, su cuerpo brillaba con la luz de mil galaxias, y su cabello parecía una cascada de luces parpadeantes. Sin embargo, a pesar de su esplendorosa apariencia, Selene vivía una existencia solitaria y dolorosa. Desde muy joven, Selene descubrió que su brillo celestial era tanto una bendición como una maldición. Cada noche, cuando salía a pasear por los campos estrellados que rodeaban su hogar, las criaturas del bosque se alejaban de ella, asustadas por su resplandor. Incluso los humanos que intentaban acercarse a ella eran repelidos por su luminosidad, incapaces de soportar la intensidad de su luz. Selene anhelaba la compañía de otros, soñaba con sentir el calor de un abrazo o la suavidad de una caricia. Sin embargo, su condición de estrella la condenaba a la soledad, a la distancia insalvable que existía entre ella y el resto del mundo. A medida que crecía, su corazón se llenaba de tristeza y desesperación, sintiéndose cada vez más aislada y perdida en la inmensidad del universo. Pero un día, cuando Selene ya no podía soportar más la soledad, una poderosa hechicera se presentó en su puerta. La anciana mujer había escuchado hablar de la chica estelar y de su dolor, y decidió ofrecerle su ayuda. Con una serie de sortilegios y encantamientos, la hechicera logró crear un manto de oscuridad alrededor de Selene, ocultando su resplandor y permitiéndole camuflarse entre los demás. Al principio, Selene no podía creer la transformación que había tenido lugar. Por primera vez en su vida, pudo interactuar con los demás sin temor a espantarlos con su luz. Descubrió el calor de la amistad y el consuelo del amor, experimentando emociones que nunca había creído posibles para alguien como ella. Pero a medida que pasaban los días, Selene comenzó a darse cuenta de que su manto de oscuridad tenía un precio. A medida que reprimía su brillo estelar, su fuerza vital se desvanecía lentamente, consumida por la sombra que la rodeaba. Se debatía entre seguir ocultando su verdadera naturaleza y perderse a sí misma en un mar de oscuridad, o renunciar a su disfraz y enfrentarse al rechazo y la soledad una vez más. Finalmente, Selene tomó una decisión. Se quitó el manto de oscuridad y dejó que su luz interior brillara con todo su esplendor. Aunque sabía que su resplandor podía alejar a los demás, prefirió ser fiel a sí misma y aceptar las consecuencias de su verdadera naturaleza. Para su sorpresa, descubrió que algunos seres sí eran capaces de soportar su luz. Criaturas mágicas y almas valientes se acercaron a ella, atraídas por su brillo y su fuerza. Selene aprendió que la verdadera belleza no estaba en ocultar lo que uno era, sino en aceptarse a uno mismo tal como era y brillar con todo su esplendor. Y así, la chica hecha de estrellas encontró finalmente su lugar en el universo, rodeada de seres que la amaban y la aceptaban tal como era. Aprendió que su luz no era un impedimento para la felicidad, sino una bendición que la hacía única y especial. Y en medio de la noche estrellada, Selene brillaba con una intensidad y una belleza que iluminaba los corazones de todos los que tenían la suerte de conocerla.

Tiempos para soñar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora