Soy un general muy valeroso y me pueden llamar conquistador de ciudades".
Detrás de esa armadura de guerrero sentía confianza y respeto. Pero últimamente, también sentía incomodidad y dolor debido a las heridas.
Su nombre era Naamán. Tal vez detrás de una gran conquista, un hombre esclavo, lleno de molestias, y conocedor de aquella enfermedad que poseía Naamán, le grito: "¿quién eres sin tu armadura?". Ya la conquista se volvía un poco amarga. Recordaba que debajo de aquella armadura era una persona con lepra. Era una persona con heridas que causaba repulsión de aquellos a los que él amaba.
Podía sentirse bien haber tenido esa victoria, pero al llegar a casa, ¿quién era sin su armadura? Solo los que lo conocían muy bien sabían que escondía y con que lidiaba.
"Hay alguien que le puede sanar" dijo esta niña sirvienta. Y Naamán no dudo en ir a este hombre, aunque ese hombre no le recibió y lejos de mostrarle su cara, solo le envió un mensaje bastante indigno para él. "Anda a lavarte 7 veces al río Jordán".
Dios quería mostrarle algo muy importante a Naamán.
"Ya no quiero que vayas tras gente importante para encontrar tu valor, ya no quiero que vayas tras hombres a buscar la solución que solo puedes encontrar en mí". Naamán quería que "el gran varón de Dios" fuera el que le diera una palabra y le sanara, pero Dios quería sanarle el mismo sin intervención de otros.
Es que Dios sabe quiénes somos sin nuestra armadura. Cuando Naamán estaba frente al río sin su uniforme, decía: "Este soy yo, un hombre sucio, enfermo, y herido".
Dios que ya conoce nuestro futuro y lo trae a nuestro presente dice: "Eres limpio, limpio como un niño, y hermoso para mí".
Dios le concedía ser limpio por él, el más grande del universo, el más fuerte, el más importante, y darle el valor que necesitaba. No sé si había muchos soldados alrededor o muy pocos. Pero este trato era especial y privado de Dios con él.
¿Quién eres tú sin tu ARMADURA?
Tú lo sabes, pero Dios sabe más que tú. Dios trae un futuro a tu presente y te dice: Eres amado, limpio, justificado, perdonado, lleno de paz.
Es un trato especial... por eso lo estás leyendo solo. No hay hombres declarándote una palabra en una tarima, o dándote una medalla de honor. Porque es algo más grande. Es Dios limpiando heridas y quitando la incomodidad de siempre llevar una armadura.
Naamán dijo: "He aquí conozco que no hay Dios en toda la tierra".
Podemos leer las Escrituras que otros decían: "Ahora conozco que eres varón de Dios" pero a Naamán Dios mismo se le revelaba y le quitaba toda coraza de aprobación de hombres.
Que hoy tu oración sea: ahora conozco que Dios es rey, y que Él es el único que puede hacer grandes cosas.