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7 años de edad

"Promesa"


Taehyung estaba compitiendo con Naya en una partida de juego por una bolsa de golosinas. El chico iba perdiendo, no porque fuera malo, sino porque se quedó mirando a la chica y todas las expresiones que ésta hacía al jugar. A él le parecían adorables y le parecía imposible no mirarla y sonreír.

—¡Tae, gané! —Gritó la pequeña, haciendo que la sonrisa del chico se ampliara —¡Gané, gané y eso significa que es mía!

Naya giró y miró con una sonrisa a Tae, al darse cuenta de que éste la llevaba mirando al menos unos segundos, apartó su vista avergonzada y sintió como sus mejillas se comenzaban a encender.

—Me dejaste ganar —Musitó la chica y, armándose de valor, volvió a mirar a su amigo —. Eres malo.

Tae rió mientras negaba.

—No te dejé ganar, además no soy malo.

—¡Sí lo eres! —Naya se puso de pie y rápidamente tomó un cojín de su lado para golpearlo con suavidad —¡Malo!

Taehyung rió aún más fuerte y cubrió su rostro con los brazos cayendo al suelo.

Naya aprovechó su ventaja y se lanzó encima de él para seguir golpeándolo con el cojín. Taehyung, en un movimiento defensivo, empujó el cojín lejos de las manos de la chica en un descuido y, aprovechándose de esto, dio vuelta a la chica para ahora él quedar arriba y hacerle cosquillas.

La tarde pasó entre risas, golpes, competencias y una que otra carrera por el jardín. Sin embargo, cuando ya estaba el atardecer en el cielo, ambos jóvenes se fueron a la casa del árbol de Naya. Ambos solían ir allí cada vez que se calmaban un poco y querían observar todo desde un punto más alto y tranquilo.

Al llegar a la cima del árbol, Naya cerró los ojos ante la fresca brisa que entraba por la ventana, de ahí se podía observar el perfecto color naranja y rojizo que se teñía por encima de la ciudad.

—Es lindo — Susurró el chico lo suficientemente alto como para que la chica lo escuchara —, los colores, si lo piensas son más de 3 colores mezclándose y las nubes copian su color. Podría pasar horas mirándolo. 

—El atardecer es hermoso —Dijo Naya abriendo sus ojos y perdiéndose en la belleza, no tanto de la ciudad, sino también del chico que estaba a su lado —. Lindo... —Murmuró tocando el pequeño lunar que tenía Taehyung en su nariz —, es tierno.

—Gracias —Sonrió, sonrojándose levemente —. ¿Sabes? Quisiera quedarme aquí.

—¿En mi casa del árbol? —El chico asintió —Tae, no puedes, pasarías frío.

—No si estoy contigo.

—¿Quieres quedarte aquí arriba conmigo? ¡De igual manera nos congelaríamos! —Taehyung se encogió de hombros y continuó mirando la ventana —Ay, ¿por qué eres así?

Un silencio inundó la casita del árbol y ambos chicos se acercaron aún más al orificio para observar la ciudad que estaba a sus pies.

Naya sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al sentir como un ráfaga de viento congelado se colaba entre sus huesos. Se encogió de manera inconsciente al lado de Taehyung, quien sólo le pasó un brazo por sus hombros atrayéndola más hacia él con una sonrisa.

—Deberíamos bajar —Dijo el chico mirándola a los ojos, ésta asintió y cuando hizo el impulso de levantarse, el chico la tomó de los hombros haciéndola sentar de nuevo —, pero antes quiero preguntarte algo.

La chica observó primero el atardecer y como éste ya iba desapareciendo, luego miró al chico. Naya suspiró con una dulce sonrisa en su rostro, asintiendo para que continuara.

—La verdad es más que una pregunta... es una promesa.

—Sólo dilo.

—Prométeme que no nos separaremos nunca.

—¿Cómo así?

—La otra vez escuché a un señor hablar de que las personas crecían y con eso también cambiaban. Y creo que se refería a cambios de amigos y a como cambias cuando creces y tal.

—Tae...

—Yo no quiero cambiarte —Naya tragó saliva con nerviosismo e instintivamente bajo su mirada antes las palabras del chico —. Sé que vamos a crecer y sé que yo nunca te cambiaría pero tú debes prometerme que no me cambiarás porque yo no sé qué haría-

La castaña se lanzó a los brazos de su amigo y lo abrazó con fuerza. Se le hacía imposible si quiera imaginarse la posibilidad de dejar de ser cercanos con su amigo, el sólo pensamiento de eso la ponía triste. ¿Cómo podría alejarse de alguien al que amas tanto?

El chico le respondió con la misma potencia el abrazo y luego de unos segundos, Naya se separó un poco para ver el rostro de Taehyung.

—Tae, yo no podría cambiarte nunca. Te lo prometo.

El chico sonrió contagiándole su felicidad a la chica, ambos cortaron el abrazo y se levantaron para bajar.

Jugaron un tiempo más pero al llegar la totalidad de la noche, la madre de Taehyung lo fue a buscar y la diversión del día acabó.

Al despedirse, ambos pequeños se abrazaron y, antes de que Taehyung cruzara la puerta, Naya le dio un rápido y sonoro beso en la mejilla haciendo que las mejillas del chico se enrojecieran de sobremanera.

La pequeña, luego de eso, corrió a su habitación y de su ventana vio como Taehyung se daba la vuelta tomado de la mano de su mamá. La estaba buscando, por lo que Naya sacó medio cuerpo por la ventana y le hizo señas a Taehyung. Éste sonrió ampliamente y le respondió moviendo la mano en señal de despedida. 
Al final del día, ambos jóvenes quedaron con una sonrisa y un sentimiento de revoltijo en el estómago cuando ambos estaban en sus camas tratando de dormir. Mariposas revoloteando en sus mentes cuando pensaban en que se verían al próximo día.


Ese día el atardecer murió dando vida a un sentimiento desconocido a dos pequeños: Amor.

Stay [TH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora