3 - Luis Alberto Spinetta

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8 de octubre, 1986

La ciudad de Buenos Aires se encargaba en poner a Alma malhumorada. Todo el día, desde que salió de su casa fue un total desastre. No podía aguantar más, tenía mil cosas encima.
Trataba de que eso no tomara lugar en su vida personal, pero era imposible. Necesitaba unas vacaciones ya.

"Alma, llamada." Comentó su asistente, tomando desprevenida a Alma mirando sobre la cornisa de la ventana

Largó un suspiro, temiendo que sea su jefe diciéndole que sus artículos no eran lo suficientemente bueno y que los tendría que hacer de nuevo. Apoyó el teléfono sobre su oído, reconociendo la dulce voz de Luis. Se alivió.

"Alma, soy yo, Luis." Pronunció, ella sonrió sin querer.

"¡Luis! Que alegría escucharte." Los dos podían saber desde la distancia que tenían una cálida sonrisa sobre los labios.

"Digo lo mismo. Te llamaba para invitarte a casa, Fito canceló la reunión que teníamos y pensé en llamarte a vos." Explicó el ruloso, dejando que se escape una risita de sus labios.

Ellos dos se habían conocido por amigos en común, en una fiesta, dónde Fabiana la invitó para que pueda hacer crecer su trabajo. Se vieron en la cocina, buscando las botellas de alcohol que García escondía. Esa noche hablaron mucho, conectaron. Desde eso se vieron un par de ocasiones pero jamás fue como una cita formal, no sabía si en este caso lo era.

"Ah, por supuesto que puedo ir," ignoró la pila de archivos sobre el escritorio "Y si te parece puedo llevar medialunas para merendar." Terminó, oyendo que a Luis le encantaba aquella idea

"Qué idea encantadora. En casa van a estar los chicos, Alma, mis hijos. Está semana les toca conmigo." Explicó Luis, nervioso. Quizás esa idea no le gustaría a Alma pero la verdad es que Alma estaba fascinada.

"Mejor, entonces," Los dos rieron, Luis parecía querer decir algo más pero se detuvo. "Te veo allá, Luis. Llego en media hora."

"Te espero, Alma." Cortaron el teléfono a la par, nerviosos de verse esta vez en una salida más íntima.

Alma se levantó rápidamente, guardando sus cosas y fingiendo que tenía una tos incontrolable. Su asistente la miró curiosa al ver que esta misma se abrigaba para salir del trabajo.

"Avisale al jefe que estoy muy enferma y por eso me fuí. Metele que después hago horas extras o algo." Le habló, su asistente asintió en silencio y la despidió.

Los pasos de Alma la llevaron hasta la panadería de su tía Rita, una señora de pelos canosos y una sonrisa acogedora. Entró, haciendo que la campana sonara y saliera su dueña, Rita.

"¡Almita, querida!" Se saludaron en un abrazo sobre el mostrador "Tanto tiempo, corazón."

Esto le dió ternura a Alma, la cuál olía aquél característico olor a panadería que le daba vida.

"Si," rió "Estuve a full con el trabajo, pero te vine a ver y a comprar una docena de medialunas. Te extrañé, tía." Explicó, la señora empezaba a guardar las medialunas mientras la miraba con fascinación

Mantuvieron una corta charla que terminó a la par de dos saludos para que Alma pudiera irse. En eso pidió un taxi, era una manera más rápida de llegar a casa de Luis que era tan simple y hermosa. Pagó con lo poco que le quedaba, dudando en cómo volvería a casa pero entusiasmada de verlo a él.
Tocó la puerta, mirando sus pies nerviosa y suspirando. Hacía un frío tremendo. La puerta se abrió y lo primero que pudo escuchar fue a Dante gritando.

"¡Papá voy a salir a jugar a la pelota!" El pequeño de ya diez años se chocó con Alma, haciendo que este se confundiera y la mirara, luego su mirada se suavizó al reconocerla. "¡Alma! ¡Papá, vino Alma!" Avisó rápidamente,

Esto a Alma le generaba una ternura inhumana, le gustaba saber que a los hijos de Luis le caía bien a ese punto. Las pisadas de Luis se acercaban a la puerta mientras la mujer saludaba a Dante, acomodaba su pelo y hablaba con suavidad

"Cuidate, Dante. Te veo dentro de un rato." Mientras el nene iba a jugar con sus amigos, Luis apareció.

"¡Alma!" Exclamó, abrazándola fuertemente. Ella se tensó sin saber muy bien por qué, de todos modos le aceptó el abrazo gustosa y sonrió ampliamente.

"Luis, te extrañé." Murmuró entre la camisa de él, con su característico perfume masculino, deseando oler eso siempre. Luis la invitó a pasar mientras charlaban un poco, la casa estaba llena de instrumentos, era un mini-estudio.

"Con Fito le estamos metiendo a esto, la verdad que no sabemos muy bien como va a quedar, sabés cómo está el..." Guardó una risita Luis, es verdad, Fito estaba con muchos proyectos a la vez.

"Pero es increíble, digo, Spinetta y Paez juntos es una mezcla maravillosa." Alma dejó las medialunas sobre la mesa mientras Luis preparaba el mate.

Esa sonrisa que Alma tenía sobre los labios a Luis lo atrapaban en un limbo impresionante. Se sentó mientras reía y dejaba el mate sobre la mesa.

"Sí, no sé...Fito es un genio." Sus cachetes se pusieron de un color carmesí, hace mucho tiempo no se sentía así.

Alma puso su mano sobre la de Luis en signo de apoyo, mirando profundamente sus ojos y murmurando en una dulce voz unas palabras.

"Vos igual sos un genio, sos un ser de luz." Los dos sonrieron con amor, se entendían de de una manera increíble.

Los ojos de Luis viajaban por la cara de Alma, cayendo con un poco de culpa en sus labios. Nunca quiso hacer un movimiento atrevido ya que aún no sabía leer con facilidad a la joven y esto le asustaba, le asustaba que a Alma le gustara el descontrol y no una estabilidad segura. Se sentía confundido, no sabía si amarla y colarse en su piel o hacerse a un lado.
Alma fue la primera en moverse más cerca de Luis, sonriendo cómplice de lo que estaba por pasar, parecía un cuento de hadas.
Antes de culminar esas miradas en una danza de besos la puerta de la casa se abrió fuertemente, asustando a los dos y haciendo que por inercia sus cuerpos se separa rotundamente. Era Dante y unos nenes más, sus amigos supuso Alma.

"¡Se rompió!" Exclamaba uno de los chicos, con la pelota de fútbol entre las manos y una mirada nerviosa.

Dante corrió hasta dónde estaba su papá, Luis, el cuál ahora se encontraba preocupado.

"¡Se rompió el vidrio de la casa sin querer, papá!" Habló un poco avergonzado, con miedo de algún grito de parte de su papá.

Alma miraba la escena y examinaba las facciones de Luis, el cuál parecía relajado y feliz de que su hijo le haya dicho la verdad.
Luis suspiró, mirando a su hijo.

"Bueno, no importa, así van a entrar las mariposas." Dante y él sonrieron.

Los chicos se fueron después de compartir un par de palabras con Luis y Alma miraba todo con la boca abierta, estaba sorprendida por aquella respuesta que hasta le entraron ganas de llorar.

"Estos nenes," Sonrió Luis "¿En qué estábamos?" Preguntó, refiriéndose al beso.

"Sos una persona increíble, Luis, el mejor papá del mundo." Logró decir Alma, esto lo hizo sonreír a él.

Ahora Luis se acercó a ella para poder atrapar sus labios en un tierno beso, uno esperado. Confirmaba tantas cosas. Un cosquilleo se posó en el vientre de Alma, haciéndola reír sobre los labios de Luis, el pasó sus brazos por su cintura mientras se le formaba una sonrisa boba sobre sus labios.

"Tenía ganas de esto hace rato..." Comentó entre besos Alma.

"Yo también, Alma," Murmuró Luis "Mi Alma."

Los besos no pararon y el agua para el mate ya empezaba a enfriarse. No importaba, solo importaba la presión que tenía aquél beso y lo hermoso que se sentía por fin liberar tanta tensión.






N.A

LOCO, ya no sé que escribir.
Se viene de Pedro, Fito y otros de Charly
porque con Charly la cosa es más gede...

En fin, espero les guste!

Almendra.

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