Beta -𝐃𝐮𝐱𝐢𝐧𝐨-

𝟒

Se levantó a la misma hora de siempre como era habitual sin ayuda de algo, solo estaba tranquilo.

Optó por estirarse por toda su cama alivianándose de un sueño pesado de la noche anterior, otra vez se había desvelado haciendo tonterías y jugándole bromas a una persona.

Dio un suspiro rápido quedando aún en la cama acurrucándose con sus cobijas mientras no hacía nada, no tenía pensado ver su teléfono por lo muy temprano que era, solo se quedó viendo a un punto fijo. Al parecer estaba refrescando su memoria de lo anteriormente hecho ayer. Ambos compraron "tonterías" compartidas y solo volvieron a casa a comer. Recordando eso volteó a ver su mesón donde busco con su mirada un llavero un pingüino de tela. Lo agarró de inmediato, abrazándolo en su pecho aferrado a este.

𖦹

Dejo el vaso de agua junto a un paquete de loratadina en la mesa de la cocina y termino dando un suspiro poco pesado, acercándose al lugar en donde estaba su compañero esperándolo.

– Duxo, ¿por qué tienes tantas pastillas? – Sentándose al lado del mencionado.

– Porque mi hermana era igual de alérgica que tú, además que mi mami trabaja en una farmacia. – Respondió las dudas del castaño mientras intentaba estar más cerca de él, queriendo un abrazo de su parte. El cual no fue recibido.

– ¿Y aún las tienes guardadas? – Dijo distraído.

– Pues me da pereza votarlas, realmente.

Ambos se estaban alistando para poder salir a desayunar a una linda cafetería de gatos que había sugerido el azabache llamando mucho la atención del oji-ámbar. Resaltando que por donde vive no suelen haber ese tipo de cosas o al menos no son tan comunes, e igualmente de no poder darse ese lujo de estar con al menos un felino por su alergia que lo único que le permitía era alejarse de ese tipo de mascota.

Su contrario le emocionaba la decisión del alfa. Amaba a los animales de cuatro patas.

Ya preparados tomaron todo lo que les parecía necesario, revisando que se vean bien uno al otro. Salieron de casa a ir hasta aquel lugar tan llamativo.

Llegado a su destino, el "beta" mostraba su emoción con cada acción que hacía, porque ya conocía muy bien el sitio.

Era muy grande, habiendo dos pisos siendo el segundo como un balcón por la parte de adentro que daba vista al primer piso y a un lindo jardín que se podía ver por las inmensas ventanas del lugar conectadas desde el suelo hasta el techo, dándole un toque de modernidad al lugar. Dentro llevaba detalles destinados exclusivamente para los felinos, habiendo muchas cosas para poder entretenerlos.

Cosa que no sabía con certeza el de mechones ondulados, que solo podía ver la parte exterior.

Entrando fueron atendidos por una joven omega, morena, de un pelo castaño muy obscuro, bien vestida y con un olor característico a un cereza, junto a su uniforme.