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Felix se levanto de su silla aun muy agotado. Había llorado toda la noche, se sentía demasiado cansado, su cuerpo temblaba, sus ojos picaban, su pecho se oprimía, y ni hablar de la migraña que comenzaba a sentir. Ya habían pasado cuatro semanas desde su ruptura con Hyunjin, este ya había iniciado otra relación, y el, el simplemente seguía vivo.
Aún sin fuerza, fue a la cocina y se dispuso a prepararse su octavo café de la mañana. Estaba dañado, pero no sentía que fuera lo suficiente, quería acabar con ese daño lastimándose poco a poco, dejando de comer, dejando de salir, dejando de hacer todo lo que le gusta y sobre explotándose con el trabajo.
Tenía muy claro que eso solo sería temporal, sabía que saldría adelante, pero no en ese momento, necesitaba más que nada en el mundo hacer sufrir a su cuerpo, quería hacerse daño para permanecer tranquilo y libre.
Hay personas que preferirían simplemente ir a terapia y llevar con calma su ruptura, pero para Felix era difícil, desde niño, el había sufrido demasiado, y su adolescencia no fue distinta. Sus problemas comenzaban a volverse cada vez más frecuentes y comenzaban a cambiar cosas dentro de él, su corazón comenzaba a pedir dolor y sufrimiento, comenzaba a exigir hacerlo pedazos.
Pero claro, cada acción tiene su reacción, en este caso, las acciones de Félix, lo llevaron a tener problemas físicos, como: dolor en el corazón, falta de aire, mareos, pérdida de memoria, insensibilidad y colapsos.
Félix era consciente de que esos pequeños problemas se irían haciendo más fuertes y complejos, pero no le importaba, lo que menos le importaba era su salud.
Estaba terminando de preparar el café cuando una notificación llamó su atención
Tomó su teléfono, lo desbloqueó y pulsó a la publicación.
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Algo dentro de Felix se había roto, quería llorar, pero ya no podía, quería gritar, pero su voz no salía, quería hacer mil cosas, pero nada expulsaba.
Intento caminar hacia el sofá para poder tumbarse ahí y volver a llorar, pero al dar el primero paso, sus piernas se debilitaron, dejándolo caer de rodillas.
Ahí fue donde todo comenzó a colapsar, sus mareos empeoraron, la cafeína comenzaba a hacer efecto en el, los temblores se hicieron presentes, al igual que los dolores en el pecho.
Félix sentía que moriría justo ahí, pero ni siquiera reaccionaba, estaba bloqueado, sus ideas no circulaban, y su cuerpo iba debilitándose.
Sin siquiera darse cuenta, se desmayó.
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