take away my innocence, daddy... 🦢

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Jimin subió corriendo a su habitación con sus piernitas temblando de la emoción y los nervios. Se escondió bajo las sábanas luego de cerrar su puerta y se tapó la boca para acallar su grito de emoción. Hace tan solo unos instantes, había besado a su padrastro, de quien llevaba enamorado desde hace un año, cuando este se había casado sorpresivamente con su madre.

Lo mejor es que había sido el mayor quién se había atrevido a dar el primer paso, plantando un beso suave en sus labios mullidos que lo había hecho flotar por las nubes.

unos momentos atrás

—¡Jeongguk! —Jimin llamó a su padrastro cuando, tratando de hacerse un emparedado, había encontrado el pan hasta arriba de la alacena, en donde su pequeña estatura no podía alcanzar.

El azabache apareció poco tiempo después de escuchar a su hijastro llamarlo con tanta insistencia, sintiendo su cordura fallar al encontrarse con la pecaminosa imagen del menor parado de puntillas tratando de alcanzar la bolsa de pan. Con sus brazos levantados, fue extremadamente fácil que su suéter oversized se levantara, dejando ver los grandes muslos y apetecible trasero apenas cubiertos por un diminuto short negro. Trató de recomponerse lo más que pudo para poder hablar coherentemente, pero con el tremendo cuerpo y carita de ángel de su hijastro era difícil controlarse.

—¿Qué pasó cariño? ¿Todo está bien? —Preguntó de la manera más calmada posible, entrando a la alacena hasta estar unos centímetros detrás del rubio.

Pudo percibir el momento exacto en el que un escalofrío recorrió toda la espalda del menor, y su respiración se entrecortó. No pudo evitar sentir un sentimiento de orgullo llenarlo, pues sabía el efecto que tenía en el pequeño.

—E-es que... el pan está muy alto, ¡no lo alcanzo! —Jimin puchereó frustrado, girando su rostro hasta encarar al mayor.

—Oh mi amor... —Jeongguk murmuró suavemente, acariciando lentamente el labio inferior de su niño, sin poder despegar su vista de tan hermoso rostro —con gusto te ayudo, déjame levantarte —Se ofreció amablemente, admirando el sonrojo de jimin extenderse por todo su rostro.

Con sus manos grandes y fuertes, tomó ambos muslos regordetes y alzó al rubio en el aire, usando su pecho como apoyo, en donde el culo perfecto y redondo del menor quedó posicionado. El bajito alcanzó el pan con un sonrojo pronunciado en sus mejillas, volviendo a tocar el suelo con sus pies no mucho después.

—G-gracias jeonggukie, has sido muy amable—murmuró girándose en dirección al más alto, con una sonrisa tímida en su boquita

—No hay de qué bebé, ¿necesitas algo más? —Jeongguk se acercó lentamente al más pequeño, hasta tenerlo acorralado entre su cuerpo y la estantería a sus espaldas.

Jimin abrazó la bolsa de pan entre sus brazos y negó adorablemente, sin embargo, sus ojos se desviaron por un momento a la boca del azabache, quién notó la acción de inmediato.

Jeon sonrió lascivo al presenciar la mirada asustadiza de su hijastro al darse cuenta de lo que había hecho. Cada pequeña acción que su pequeño hacía, por más mínima que fuera, lo invitaba a pecar, y estaba cada vez más cerca de perder la cordura.

No podía negar que ese pequeño de cabello rubio lo traía completamente loco. Desde que lo había visto por primera vez, cuando se casó con su madre por asuntos de negocios, había pensado que era el chico más hermoso que jamás hubiese tenido la dicha de conocer, y aunque había intentado tomar una figura paterna para el, en ese entonces, joven de 18 años, se le había hecho completamente imposible. No podía tomar el rol de un padre con un pequeño que le generaba un deseo incontrolable, con esa carita angelical, ese cuerpo tan sublime y curvilíneo que siempre era cubierto con suéteres anchos de estampados infantiles, y esa personalidad tan tímida y adorable. Simplemente perfecto.

VIRGIN - kookmin boypussyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora