Marly, una chica de gran corazón y que lleva una vida tranquila en su último año de secundaria, descubre el amor.
Al chico de su sueños.
Cibrian de Hades.
Sin embargo Marly se da cuenta que el chico nuevo que adora no es un príncipe azul, más bien...
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HADES
Solo me limito a arrastrar mi silla cuando siento el timbre del recreo para ponerme de pie y ni me molesto en sacar mis manos de los bolsillos del pantalón de mi uniforme para ayudar.
Reconozco que por ello, el ruido que hago retumba en el aula y me gano varias miradas de estos futuros compañeros de clases en mi dirección mientras van saliendo, inclusive dos en particular.
Rayos.
El profesor diciendo antes de retirarse algo intangible para mis oídos por un segundo timbre de aviso.
Y la chica sentada delante mío y que nunca dejó de mirarme cuando estaba en frente.
La bajita.
Sí.
Muy bajita y pequeñita.
Tanto, que y durante la presentación, llamó mi atención su tamaño al verla al fondo del aula.
Tanto y repito esa palabra, esperaba que en cualquier momento el uniforme azul del colegio, de golpe cambiara a amarillo y de un bolsillo escondido, sacara y tipo magia, algún polvo de colores con brillos sobre el aire para escaparse porque Peter Pan la venía buscar.
¿Pero, cuántos año tiene?
¿En serio tiene mi edad?
La miro por arriba al pasar por su banco para salir y juro que sentada, me llega abajo de la cintura y hasta estoy tentado con la seria posibilidad de mirar por abajo de su pupitre para ver si sus pies llegan al piso, pero retengo esa idea por el hecho de que no me tiene que importar tanta curiosidad.
Blanqueo mis ojos por esa idea, si la verdad, no me interesa nada de ella.
Ni de este colegio.
Ni resto de compañeros tampoco.
Este, es solo un año lectivo más en un nuevo colegio.
Solo terminar el secundario como dice mi padre.
Iván desde la puerta me hace señas, me está esperando para salir.
Es mi mejor amigo y juntos, entramos transferidos a este colegio.
Prácticamente crecimos juntos y donde voy yo, Iván me acompaña.
Voy a su encuentro mirando a la chica bajita, cual y sin disimulo, me mira fijamente y hasta me sonríe al pasar.
Frunzo mi ceño sin entender como dejar de caminar.
- Creo que diste muy buena impresión. - Iván me dice ya afuera y en uno de los patios recreativos.
Debo reconocer que este colegio es agradable a comparación de los otros que estuvimos.
Gran edificio de cuatro pisos y de color cálido, con muchos ventanales rodeándolo.
