PRÓLOGO

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Una mujer muy hermosa caminaba por un pasillo solo iluminado con antorchas, la luz le daba brillo a su pelo negro como la noche, la que le caía en cascada por la espalda en caileres que parecían agua viva. Al llegar al final del pasillo abrió una puerta, su hermosa figura griega atravesó la puerta. Desoues de una mirada por el túnel, la  cerró tras ella. Aunque esa no era la única puerta en existencia, frente a ella en forma de estrella había varias puertas, en medio de las mismas un trono. La diosa camino hasta su trono y se sentó, una figura más pequeña se acercó a ella.

— Señora Hecate, ya todo esta listo. — la diosa sonrió, y se puso de nuevo de pie, camino a la puerta de su izquierda.

Al llegar a la puerta la abrió, y entró por ella, con la pequeña criatura detrás de ella. La dimensión estaba en plena oscuridad, vacía.

—¿Qué va a hacer en esta dimensión mi Señora? — le pregunta la criatura a la diosa Hecate.

— Aquí va a hacer Agrabah, un mundo rodeado de magia, con seres majestuoso— respondió Hecate con una sonrisa.

— Pero mi Señora, ya ah llenado las dimensión vacías, y esto solo empeorar su situación. — le dijo la criatura que la acompañaba.

Hecate sonrió, la magia iba a reencarnar,  ella ya estaba apunto de caer en un sueño profundo y hasta el momento no había encontrado nada digno para depositar su magia, su vida, su fuerza vital. Esta iba a hacer la última creación, y aquí iba a caer en su profundo sueño, hasta que la misma reencarnación de la magia la despertara.

— Señora, pero aquí estamos cerca de el desierto de arabia, para ser exactos, en marruecos— dijo la criatura mirando al el mundo que tenían justo enfrente.

—Sí está dimensión será escondida en Arabia— dijo Hecate.

La criatura se mostró sorprendida, de que su Señora escogiera Marruecos y no una parte de Grecia. Pero aunque sé mostró sorprendida no hizo ningún comentario. Por alguna razón la poderosa y gran diosa de la magia había escogido marruecos. Aunque esto iba a significar el sueño profundo de la diosa, habían 12 dimensiones en total, las cuales ella guardaba celosamente, como la diosa de la magia y la guardiana de la misma. Sólo que la única diferencia era que la magia iba a existir por ella misma, iba a poder tomar decisiones como todos los demás. Una guardiana de la magia, con la misma en su interior.

Hecate estendio sus manos y una antorcha apareció en su mano izquierda y un báculo en la derecha, del mismo báculo surgió una serpiente, la cual al asote del báculo abrió su boca. De cual de la misma comenzó a salir una niebla muy espesa. La criatura y la diosa comenzaron a ser rodeas de esa misma niebla hasta tal punto en que no se podían ver a través de la misma por la espesura. La dimensión comenzó a tomar forma, los ojos azul eléctrico de Hecate brillaron. La diosa estuvo a punto de caer, pero fue sostenida justo a tiempo por la criatura que la acompañaba.

Hecate comenzó a resplandecer, su brillo se estendio por todo la dimensión, su fuerza vital estaba ayudando a formar Agrabah. Aunque los dioses no pueden morir, si pueden desaparecer, y también caer en un sueño muy profundo. Hecate no se pudo sostener más y fue puesta en el suelo, en un pasto verde por su pequeña criatura. Hecate parpadeó al ver su creación terminada, una dimensión muy hermosa. Hecate hizo bajar una estrella del firmamento nocturno, ya que estaba asociada con la noche. Con la estrella hizo un alma, una pequeña figura trasparente apareció delante de la misma. Hecate tomó uno de sus cabellos, con un poco de barro, comenzó a darle forma, al ver a la pequeña figura delante de ella, tomó al alma formada de la estrella y la unión.

Frente a ella y en sus brazos se encontraba una pequeña bebé, Hecate puso sus manos en ella y la bendigo. Mientras que los ojos de aquella bebé se tornaban como los suyos azul eléctrico. La magia había sido depositado en su interior, aquella pequeña había sido creada para soportar tal cantidad de magia en su interior. La niña comenzó a llorar y de ese mismo llanto salió más vida humana. Hecate sonrió, el trabajo estaba hecho, ahora solo era escoger quien se iba a hacer cargo de la pequeña. La nueva dimensión recién hecha brillaba con la fuerza de la magia, con la fuerza vital de Hecate.

Hecate en silencio miraba su más reciente obra, Agrabah había conquistado su corazón. Se puso de pie con dificultad ayudada por la criatura, con la bebé en sus brazos. Tenía que escoger a una mujer digna que la llevara en su vientre. Hecate una vez que estuvo satisfecha con su decisión, le entregó a la mujer una pequeña esfera, con una pequeña vida latiendo en su interior.

La mujer vio a Hecate partir, quedándose de pie frente al palacio, con una pequeña esfera en sus manos. Al ya no alcanzar a ver a Hecate la mujer decidió entrar al palacio, la mujer no tenia rasgos Árabes, pero si hindus. Hecate estuvo buscando por todas las dimensión una mujer digna. Hasta que la encontró la traspaso a aquella dimensión recién nacida.

El sultán quedó prendido de aquella mujer, haciéndola su sultana, esa misma noche Soma, sin que el sultán se diera cuenta pudo introducir la pequeña esfera en el interior del cuerpo del sultán. Aquella noche Soma quedó embarazada.

MESES DESPUÉS:

El sultán se pasaba de una lado para el otro fuera de la habitación de Soma, la cual se encontraba dando a luz a Chameli en idioma Hindú o Yasamin en idioma Árabe. Soma sabía quién en realidad iba a nacer, y que nacería siendo niña. Esto jamás se debería de saber, si alguien se enterraba que la misma reencarnación de la magia había nacido todo Agrabah se encantará en un caus, y el equilibrio mágico se vendría abajo.

Soma estaba recostada en la cama sudada, se sentía demasiado débil, su respiración estaba cambiando.

— Vamos Sultana usted puede. — la animaba la partera.

Pero lo que la partera no sabía era que aquello no era un parto normal, y Soma lo sabía, la misma Hecate le había advertido que podía morir durante el parto por toda la magia que latía en el interior en la bebé. Pero Soma había aceptado la responsabilidad, no le quedaba más que dejar a su dos grandes amores solos.

La mujer no pudo más, al escuchar el llanto de la niña, cerró sus ojos. Lo médicos intentaron de todo. Las puertas se abrieron y entró el sultán, al ver a su hija en brazos de la partera lo entendió, el amor de su vida, la madre de Jazamin acababa de fallecer. Aquella noche el sultán no permitió que alejaran a la bebé de sus brazos, era lo único que le iba a recordar a su amor perdido, su hija su pequeña Jazamin.

— Te llamaras Jazamin, ese será tu nombre, princesa de mi corazón. — la bebe abrió sus ojos, como si le gustará su nombre.

La voca del sultán se abrió en una O por la sorpresa, ya que dos pareces de ojos de color azul eléctrico lo miraban fijamente, como si supieran quien era el hombre que la cargaba. La pequeña princesa volvió a cerrar sus ojitos y se quedó dormida en los brazos de su padre.

Memorias Akáshikas - Los Recuerdos de Tu Alma©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora