Max.
Después de salir de aquella casa Max tuvo un duro golpe de realidad al darse cuenta de que no tenía a donde ir, esa actitud prepotente y ególatra le había impedido al menos tener un buen amigo al cual recurrir en momentos como esté.
Para este punto el suspiró y se preguntó que diablos había visto Sergio en él si era un completo idiota, tan lleno de si mismo que nadie lo soportaba.Cuando se cansó de meditarlo se decidió por ir a un hotel, habló con Alice primero (su encargada de relaciones públicas) era la única persona que tenía en este momento a la cual llamar y no quería paparazzis entrometidos. Después de que la chica le consiguió una habitación y le aseguró que ese hotel era de los más discretos se dirigió ahí. Luego de llegar a recepción y le dijeran que el check-in estaba listo se dirigió a la suite. Le urgía tomar un baño caliente.
No le dió importancia a la mirada indiscreta de la recepcionista, el sabía que lucía como la mierda en este momento. El rubio se permitió procesar todo lo que había pasado en el día, decidió que tenía que conseguir una nueva casa o departamento y le urgía un terapeuta, el necesitaba tratar sus problemas personales primero antes de intentar algo con Sergio.Una parte de él estaba aterrada por la idea de que Él mexicano siguiera con su vida y lo olvidará. Estaba atemorizado pero era un riesgo que el pensaba correr. Su pecoso no se merecía menos. Sergio no merecía a alguien tan patético y roto como él.
Sergio era luz en su oscura vida y el iba a darle solo lo mejor.Esa noche en la soledad de la suite de aquel hotel. El rubio se permitió llorar todo lo que en su vida había llorado; El abandono de su madre, el lazo disfuncional que tenía con su padre, Su baja autoestima, su relación de amor insana con el mexicano, y el hecho de que creía tenerlo todo pero en realidad nunca tuvo nada.
Eran las 4 de la mañana cuando cayó dormido con el pensamiento de que apartir de ahora todo sería diferente, el lucharía porque fuera así.
Había pasado una semana y el seguía en la suite de aquel hotel. Se había negado a responder su celular el cual ahora estaba más qué muerto. Nadie había venido a molestarlo así que supuso que Alice no ha dicho su paradero. El se lo agradecía profundamente, tal vez no estaba tan solo como creía y había buenas personas a su alrededor.
Se lamentó mucho lo grosero que fue con la pelinaranja, ya se disculparía la próxima vez que la viese. Él estaba aliviado por la lealtad de la chica aún cuando no se la merecía. volvió a pensar en su jefe Lo último que quería el rubio era tratar con Horner, no estaba listo para esa mirada de comprensión y lástima. En estos momentos no lo soportaría.
El ojiazul estaba sentado en el elegante sofá que tenía una vista maravillosa hacia la ciudad, pero él no estaba en posición de ponerse a disfrutar de ella. Se encontraba pensando que hará ahora de su vida, resulta que decir las cosas y hacerlas... tomaban más valor de lo que él creía.
En estos días el apenas y había comido, descubrió que dormir era una buena terapia, se podía olvidar de todo.
Pero el sabía que no podía seguir así. El tenía que ser más fuerte que esto. Necesitaba levantarse y cumplir lo que se prometió, no podía seguir dándose el lujo de seguir perdiendo el tiempo de está manera.
Decidido se levantó del sofá a darse una ducha, no sin antes hablar a recepción para pedir comida y un cargador para su celular, ser cliente vip siempre tenía sus ventajas.
Dos horas después Max salió del hotel había buscado recomendaciones en internet acerca de terapeutas y encontró uno que estaba dispuesto a atenderlo hoy, el rubio iba con los nervios a flor de piel— Dios esto puede salir o muy bien... o muy mal— murmuraba mientras se recargaba en el volante— Bien hagamos esto, tu puedes Max— seguido de eso encendió su auto, tenia 30 minutos para llegar a su cita.
No sabía que le esperaba pero sentía que por primera vez estaba haciendo algo por y para él.