𝐌𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐚𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬

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Por un segundo el universo guardó silencio.

Observando con detenimiento aquellos luceros dorados que tenía en frente, preguntándose cómo fue posible que no los haya notado antes.

Se encontraba en un partido amistoso contra el FC Barcha, y fue cuando quiso acercarse a la portería contraria el momento en el que aquel chico de cabellos castaños y rubios se posicionó frente suyo. Fue su culpa aquel desliz, la razón por la cual le robaran el balón de manera tan rápida, así que tomó compostura y continuó.

Luego pensaría con detenimiento en aquel dorado mirar.

Era la primera vez que se distraía en un juego, pero más allá de molestarlo le emocionaba, tomando esta falta suya como impulso de demostrar quién era el que mandaría en aquella cancha.

Y sí, luego de varios minutos dio aquel gol que llevó a la victoria de su equipo.

Aunque más allá de emocionarse recordó lo vivido minutos después de empezar el partido, de manera que con la mirada volvió a buscar a aquel chico con quien se enfrentó varios momentos en la cancha.

No pudo evitarlo, porque aunque haya sido solo algunos instantes estaba seguro de algo: un fuego en su interior se esparció, como si la luz incandescente que transmitía su mirada hubiera llenado cada espacio dentro suyo.

Una llama de fuego ardiente que no abandonó sus pensamientos en ningún momento.

Y es así que a lo lejos lo ve, hablando con alguien de su equipo, sin pensarlo se acercó. Aquel joven al percatarse de su presencia le regaló una sonrisa.

Sintió como aquel gesto volvía a iluminar su interior.

―Fue un gran juego, un magnifico gol debo admitir. ―saludó con una voz cantarina, alzó su mano e Isagi la estrechó. Sonrió al contacto.

No tenía entendido qué estaba pasando, ni con él ni con su alrededor; porque no podía explicarlo con palabras, solo podía sentirlo. Y de lo único que estaba seguro era que aquel chico desconocido provocaba algo que no podía encontrar nombre aún.

Y no fue el único que lo sintió así.

―Igualmente, estuviste genial. Me presento, soy Isagi Yoichi. ―empezó sin apartar la mirada.

―Un gusto Isagi, soy Bachira Meguru. se presentó dando un corto vistazo a sus manos entrelazadas, el calor de la palma de Isagi le transmitía algo que no pudo descifrar qué era.

Bachira miró sus ojos, tan profundos como el mar. Algo dentro suyo ardió.


―★―


Los días transcurrían y había una pequeña celebración entre los jugadores de aquel partido amistoso el fin de semana por la noche. Isagi no estaba seguro de querer ir al comienzo, pero al imaginar que podría encontrarse con Bachira lo pensó mejor; recordando que debido al corto tiempo que tuvieron luego de su partido no pudieron intercambiar más que palabras, ni si quiera un contacto.

Llegada la noche y ya en aquel lugar elegante se dispuso a esperar por la llegada del joven de ojos miel, tanteando entre las personas y caminando de un lado a otro, pero no lo vio.

―Hace rato te veo así ¿Buscas a alguien - alguien? ―escuchó a su lado, viendo a Kurona quien estaba apoyado a su lado. Isagi negó lentamente, no lo sabía.

―No realmente. ―murmuró volviendo a ver a su alrededor.

Luego de unos minutos algo resignado tomó una copa de champagne que se encontraban entregando los mozos y se dirigió a los baños a refrescarse, el calor del lugar era abrumador y más con tantas personas que habían llegado a ser invitadas.

「Manos Atadas」(Isagi x Bachira) [Blue Lock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora