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El sonido de las ruedas rotas de su maleta cesó cuando llegó al frente de su habitación, dejándola al lado izquierdo de sus piernas y abriendo el cierre de su cangurera para buscar sus llaves, soltando un fuerte suspiro en el proceso.

Estaba exhausto, había desperdiciado varias horas en el aeropuerto porque su maleta estaba supuestamente "extraviada", y el personal ineficiente no había podido ingresar rápido el puto formulario de búsqueda para agilizarle el proceso, sugiriéndole que regresara hasta el día siguiente, pues era casi seguro que se hubiera embarcado en alguna conexión. Harry al escuchar eso, muy probablemente les haya gritado enojado a varios encargados por hacerlo esperar tanto, aunque al final todo su drama resultó ser en vano, pues terminaron descubriendo que la problemática maleta amarilla siempre estuvo atrapada en la cinta transportadora de equipaje.

Y él bien sabe que pudo llevarse la mañana más tranquila, sin estresarse o enojarse. Ya estaba en Londres, en su tierra, y esperar un poco más por un simple problema de logística no lo agobiaba demasiado. Claro, hubiera sido de ese modo de no ser por su reciente encuentro con la Malfoy, con la que evidentemente no había podido evitar discutir, siendo eso suficiente para arruinarle todo el día y ponerlo irritable.

De solo recordarlo, ya sentía sus tripas crujir con ira. Bueno, por eso y porque no había ni desayunado.

Paró su búsqueda al encontrar la llave indicada para abrir el cerrojo y trató de ingresarla, aunque sin éxito, pues las llaves se resbalaron de entre sus dedos. Se tomó unos segundos para tranquilizar su respiración y sus impulsos de patear la maleta, y entonces, se agachó con la más forzada tranquilidad para recoger las llaves, no fijándose que en ese momento se había abierto la puerta y su compañero de habitación lo buscaba en su campo de visión más alto, claramente no viéndolo y terminando por golpear sus cabezas cuando Harry se reincorporó del suelo.

—¡Bruto tenías que ser, Ron Weasley! -se quejaba Harry mientras ambos se sobaban el área afectada por el golpe-

—¡Yo solo me asomé a ver, no es mi culpa que estuvieras agachado!

Harry solo chasqueó la lengua en molestia y empujó a su amigo del pecho, haciéndolo a un lado para poder pasar a la habitación con sus maletas.

—Creí que llegarías más temprano. Son casi las tres -dijo Ron mientras daba un vistazo a su reloj de mano-

—Mi maleta se perdió -respondió, apretando la mandíbula con enojo al volver a recordar su gran travesía de la mañana- me tuvieron esperando ahí hasta encontrarla.

—¡Que burrada! -Exclamó Weasley, acercándose para apretarle el hombro, tratando de relajarlo- pero al menos ya estás aquí.

Ante el comentario, Harry aflojó su mandíbula y se permitió sonreír, despojándose de su backpack, tirándola descuidadamente a la silla giratoria frente al escritorio y después lanzándose contento sobre su cama.

—Seh... -encontró una posición cómoda y se cubrió los ojos con el antebrazo, aún sonriéndole a su amigo- fue un viaje muy pesado.

—Ya lo imagino -con confianza, Ron se aventó también a la cama de Harry y lo empujó toscamente para que le hiciera espacio, terminando por juntar sus cabezas en la superficie de la almohada- ¿alguna novedad?

Harry crujió los dientes cuando cierta cabellera rubia le llegó a la mente.

—¿Adivina a quién vi en el aeropuerto? -apenas dejó un par de segundos de suspenso para que Ron le contestara, pero al ver que no lo haría, se limitó a responderse él solo- a la insulsa de Darcy Malfoy

Weasley rió con fuerza y luego acomodó su codo en la cama, para poder apoyarse sobre su puño y mirar a Harry fijamente desde arriba- ¿y cómo se veía?, ¿bonita?

He's the girl  • Harco •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora