Día 23 | Jondami | Primer beso

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Pareja: Jonathan Kent x Damian Wayne

Palabras: Sin contar el título y estas notas, ¡son exactamente mil palabras!

Para un poco más de contexto: este drabble se sitúa durante las aventuras de Damian y Jon como Super Sons. Algunos drabbles de este libro estarán conectados (si es el caso, lo avisaré en las notas), pero la mayoría de ellos muy probablemente no lo estarán.

Trabajo en español publicado también en Inkitt; además con traducción al inglés disponible tanto en AO3 como en Inkitt.

Este proyecto participa en la dinámica Kisspril de la página de Facebook "Es de Fanfics"

Jondami | Primer beso

—¡Otra noche, otra victoria para los Super Sons! —exclama alegremente Jon mientras aterriza con Damian frente a la puerta principal de la Mansión Wayne.

—Te dije que no nos llamaras así en voz alta, granjerito —reprende Damian por cuarta vez en el día.

Es viernes por la noche y Jon pasará el fin de semana en Gotham: con Superman en algún lugar de la galaxia salvando al mundo y Lois fuera de la ciudad por trabajo, Alfred fue la opción obvia para cuidar de Jon y del pequeño chico murciélago mientras Bruce pasa la siguiente semana (cuando menos) fuera en asuntos de Batman.

—Amo Damian, Amo Jon, me alegra ver que finalmente usan la puerta principalmente —observa el mayordomo, impasible, mientras los recibe—. Por favor, recuerden tomar una ducha caliente antes de bajar para la cena. Lo sabré si de nuevo intentan limpiarse —Damian casi puede ver las comillas imaginarias en la voz de Alfred—, en lugar de bañarse como se debe.

Damian chasquea la lengua ante el no-tan-sutil recordatorio e intenta esconder el débil sonrojo que acompaña a su vergüenza. Intentó engañar a Alfred una sola vez (sin éxito) y ahora es catalogado como un perezoso niño sucio al que no le gusta bañarse.

—No seas ridículo, Pennyworth —gruñe mientras entran a la mansión—. Jamás caería tan bajo para escapar de una ducha.

—Lo que Damian quiere decir —añade Jon en un tono de disculpa mientras camina detrás de él—, es que nos aseguraremos de tomar nuestro merecido baño esta vez, Alfred.

Así se dirigen a las escaleras y hacia la habitación de Damian.

Hmph. No era necesario que lo recalcaras, Kent. Pennyworth no debió dudar de nosotros en primer lugar.

—Bueno, sí mentimos la última vez —admite tímidamente el otro chico—, y llenamos de lodo y apestoso sudor tu cama y almohadas.

Damian suspira en acuerdo. —Como sea. Puedes usar mi baño y yo usaré el de la habitación de Grayson. En mi cajonera encontrarás algo de ropa que dejaste aquí la última vez.

Dos largos y exhaustivos baños y una nutritiva cena más tarde, Jon y Damian se encuentran en la habitación de éste, rodeados de una preocupante cantidad de papas, chocolate, palomitas y refresco mientras una película de acción corre en la televisión.

Eugh —Jon frunce el ceño en cierta escena—. Nunca besaré ni me casaré con nadie. Nunca, jamás en la vida. No sé cómo a mamá y papá pueden gustarles tanto estas escenas.

Por primera vez en un largo tiempo, Damian está de acuerdo.

—Cada vez que lo veo asfixiando a Drake con besos y abrazos y les exijo que detengan sus ridículas muestras de afecto de inmediato, Grayson siempre me dice que lo entenderé algún día —considera—. Aunque Drake parece más tranquilo después de una sesión de abrazos con Grayson. Nunca entenderé por qué. O cómo es que Grayson terminó con una excusa tan lamentable como pareja.

—Bueno, mi hermano mayor, Conner, siempre está diciendo que Tim es genial y siempre te vence y a mí cuando jugamos videojuegos juntos. Quizá Dick también piensa que Tim es así de genial.

—Granjerito, uno no besa a alguien sólo porque piensa que es genial —determina, ignorando fervientemente el hecho de que su amig... ejem, compañero, piensa que Drake puede ser remotamente genial. —Además, soy mucho mejor de lo que ese reemplazo jamás podrá ser.

Jon sonríe, divertido.

—Ajá. Estás pasando demasiaado tiempo con Jason si llamas así a Tim.

Suena muy seguro de sí para el gusto de Damian. Descartando su barra de chocolate a medio comer, mira directamente a Jon.
—¿De verdad piensas que es más genial que yo? Creía que tenías algo de sentido común.

Jon traga un bocado de palomitas, mira hacia el techo en un exagerado gesto de déjame-pensarlo, vuelve su mirada a Damian y responde:

—Bueno, es más amable que tú y no me hace ignorar mi hora de dormir para combatir el crimen en una noche de escuela; sabes que a mamá no le gusta cuando hago eso. Además, me ayuda con la tarea cuando vengo y él está aquí. ¡Oh! Y me enseña todos esos tips geniales de videojuegos y me da dulces a espalda de Alfred.

El ceño de Damian se frunce ante la revelación. ¡Qué absurdo! Sabe que Kent es crédulo, pero nunca pensó que lo sería al punto de poder ser sobornado con trucos baratos de juegos y premios azucarados.

—Entonces estás terriblemente equivocado —bufa—. Soy mucho mejor que Drake en todo lo que él podría proponerse. Deberías saberlo ya. Si quisiera, sin esfuerzo sería un mejor besador que él.

Jon termina lo último de su soda de un trago y murmura—: No puedes saber eso, Dami.

Damian habría dejado el tema de lado si Jon tan solo hubiera dicho que Drake es genial, sólo un poco genial, pero implicar que es mejor que el propio Damian (incluso si Jon nunca lo dijo de esa forma) es algo que su orgullo no puede ignorar.

Ofendido casi al punto de echar humo, sin pensar en las consecuencias de su siguiente acción, toma a Jon por el cuello de la camisa y planta un beso de boca cerrada en sus suaves labios, cálidos al toque. Es un beso inocente y apresurado que termina tan pronto como empezó; pasados un segundo o dos, Damian rompe el contacto con una envalentonada e improvisada lamida rápida al labio inferior de Jon.

Una expresión sorprendida se apodera del rostro tonto de Jon: sus ojos están bien abiertos y su boca forma una perfecta 'O' mientras sus dedos curiosos acarician sus labios y recorren la ligera humedad en el labio inferior. Jon no parece enojado u ofendido, pero tarda un momento antes de finalmente mirar a Damian, sonrojado desde las orejas hasta el cuello como el inocente tonto avergonzado en el que Damian imaginó que se convertiría en una situación como la de ahora.

—¡¿Po-por qué hiciste eso, Dami?!

Damian sonríe, satisfecho.

—Te mostré lo genial que soy.

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