IV

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"Un Olivetti justo"

Isabel.

No lo maté, me parece injusto matarlo sin antes darle un poco de sufrimiento, le dejé el cigarrillo prendido en la herida que tiene abierta, debe estar retóriciendose del dolor.

Ver la herida quemándose fue satisfactorio, sería aún más si le arrancara la polla con una sierra, y exhibir su cabeza en un museo.

Espero que esté consciente que no va a vivir para contarlo, muchos menos para volver a poner sus asquerosas manos encima de una chica inocente.

Subo las escaleras del segundo piso en la fortaleza, yendo hacia la habitación principal, mi habitación.

Me meto a la ducha para quitarme el sudor. Mañana, Sebastián dará noticias sobre los nuevos cargamentos para los laboratorios Bronconnier, la última vez que yo supervisé alguno, fue cuando un idiota francés quiso estafarnos vendiendo azúcar fina como si fuese polvito.

—Diga —agarro el teléfono del baño.

—Isa esto no puede esperar.

La voz de mi padrino al otro lado de la línea, suena preocupada, siento su respiración tensa, como si le hubiese caído un gran peso encima.

—¿Qué pasó Enzo?

—Mataron a Tania.

¡Maldición!

Otra inocente cayó en manos de esos desgraciados.

♠️🎲♠️

El viaje a Las Vegas fue terriblemente largo, no paraba de contar las horas en el avión para llegar. Enzo luce cansado, estar al pendiente de un grupo de malparidos no le ha dejado ni siquiera un segundo para descansar.

Lamento la muerte de esa muchacha, me hace sentir un poco culpable ya que, si tan solo hubiese estado al pendiente, ahora estaría viva y refugiada en DELTA.

El camino al hotel no es tan largo, Enzo se va a a descansar a su habitación, yo me quedo en el bar, tomando algo, pensando el dichoso matrimonio de Demetrio con la arpía de Esther Bleed.

¿Con quién más se iría a casar si no fuese con la mujer "perfecta"? La estúpida dominada por el sexo y cegada por el amor.

—Alessandro —pronuncio su nombre en mis labios.

No tengo que mirar para saber que es él quién está sentado a mi lado, con una camisa roja elegante y unos pantalones.

—Me sorprende verte por aquí, querida —llama al mesero.

—La sorpresa me la llevo yo.

Lo detallo bien, a diferencia de sus hermanos, Alessandro Olivetti es la oveja blanca de la familia, se fue, porque descubrió algo oscuro y perverso en dónde estaba metido su padre. Supongo que estaba harto de vivir en la mentira.

—Odio la prostitución —comienza —.Tú también lo haces.

—¿Me investigas? —dejo el cóctel a un lado.

—No, pero recuerdo que lo comentaste una vez. ¿Ves a esa mujer de allá? —señala a una castaña sencilla con un cuerpo bonito —.Es mi esposa, Marie Weasley, la conocí hace dos años, en una casa para hombres, ella era la nueva, desde el primer día en que la ví, supe que no disfrutaba de la vida tan hostil.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Placeres culposos © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora