🐾 Prólogo 🐾

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Alan había sido amigo de Marcos, incluso, desde antes de que aquel excéntrico chico comenzara su afición por los híbridos.

A pesar de que Marcos le había dicho que quería un híbrido, él lo había imaginado gastando miles para comprar uno, pero se sorprendió cuando su amigo terminó rescatando a un exótico híbrido de tigre de un circo clandestino.

Eso había sido hacía tres años, y el Ezequiel que había encontrado, delgado y débil, había crecido en un apuesto y fuerte chico, que se le había pegado bastante la rareza de su dueño, aunque siempre terminaba confundiendo las cosas, haciéndolo ver todavía aún más extraño que Marcos.

Su amigo continuó con su pasión por los híbridos, aunque por más de un año solo tuvo a Equi; por lo que, cuando trajo un nuevo chico híbrido de conejo, el tigre se había enojado mucho, y Marcos había tenido que cuidar del pequeño Cristian por semanas, hasta asegurarse que el otro no lo devoraría.

Al ser un híbrido de conejo, Cristian tenía problemas cardíacos y no fue hasta que tuvo un pre-infarto por culpa de Ezequiel y su mala intención de asustarlo, que el tigre pareció reconocer su culpa, compensándolo con buenos tratos y cumpliendo con cualquier cosa que el otro le pidiera.

A Rojo le daba bastante ternura lo delicado que se había vuelto Ezequiel con Cristian.

Alan no pasaba mucho tiempo con los híbridos, no le veía lo bueno a ser dueño de alguien, aún siendo mitad personas, que merecían más que vivir como mascotas.

Aún con Marcos sabiendo la forma de pensar de Alan, poco después de agregar a Cristian a su casa, lo llamó para que lo ayudara con un nuevo híbrido que no quería hacerle caso.

Un gatito negro, que otro amigo de Marcos había encontrado bajo la lluvia, metido en una húmeda caja.

El animalito no quiso cambiar a su forma humana hasta que Alan lo había cargado en brazos, le había dado todos los mimos del mundo e, incluso, había terminado casi dormido sobre su pecho, para luego cambiar a un chico medio pálido y de revueltos cabellos.

Alan recordaba cómo el chico lo había mirado con miedo, cómo se había tensado cuando comenzó a acariciar su cabeza y orejas, hasta susurrarle cosas lindas, al igual que había hecho cuando estaba en su forma felina, que hicieron que el híbrido dejara de temer.

Cuando se calmó y habló, aún acurrucado junto a Alan, con una frazada cubriendo su cuerpo, ya que no había querido separarse del chico para ponerse ropa, el híbrido se presentó como Exequiel, y contó cómo una familia lo había adoptado pensando que era un gato normal y que, por varias semanas él simuló serlo, hasta que no pudo esconderlo más y mostró su forma humana.

Luego de eso, lo habían dejado en la calle, y a varios kilómetros de aquella casa, para que no regresara.

Ambos humanos lo habían mirado con lástima y fue Alan quién limpió las pequeñas lágrimas de sus ojitos, le sonrió de forma amable y le había asegurado que nadie iba a abandonarlo nunca más.

Habían pasado todo el día en casa de Marcos, en dónde Exequiel no soltaba a Alan y, a pesar de que le presentaron a Equi y Cristian, que ambos prometieron llevarse bien, su dueño notó que el nuevo gatito no estaba convencido.

Así que tuvo que decirle a Alan lo que el chico no estaba interesado en escuchar.

— Quédate con Exequiel.

— ¿Qué? No, Marcos; no tengo interés en tener un híbrido.

— Alan, solo ha estado contigo, no quiere a nadie más.

— No voy a cumplir los deseos de un gato.

— También es una persona, Alan, me sorprende que estés tan así — Rojo frunció el ceño, su amigo lo estaba molestando.

— No lo quiero — Alan habló con seriedad, vió a Marcos abrir la boca para hablar, pero la vista de su amigo cambió, mirando detrás de Varela, formando una "o" con los labios.

Alan maldijo, volteando para encontrarse a Exequiel mirándolo con sus ojos húmedos y las orejas bajas, el chico se volteó y salió de la habitación.

Rojo empujó a Varela, señalando hacia dónde se había ido el gatito.

Encontró a Exequiel escondido detrás de unas cortinas, con el rostro hundido en sus brazos cruzados.

Alan había comenzado a disculparse, diciendo que no lo había dicho con intención; mientras acariciaba las orejas del Changuito, que se agitaron bajo su tacto.

— No voy a obligarte a quererme — Murmuró el minino — Es normal que no me quieran.

Varela simplemente no sabía cómo responder a eso y sólo atinó a abrazar al gatito llorón, dejándolo mojar el pecho de su remera con las lágrimas; mientras acariciaba su espalda y orejas, dejando besos sobre su cabecita hasta que el híbrido se calmó.

— Vamos a casa — Había dicho Alan, con una sonrisa y vió un brillo bailar en los ojos de Exequiel.

Marcos no podía estar más contento por su amigo, y le dijo que podía contar con él para lo que necesitara.

Y así habían pasado las primeras semanas y los primeros meses, con ambos conociéndose un poco cada día.

Exequiel era adorable en todos los aspectos, incluso, cuando se ponía más gruñón, seguía siendo tierno.

Era un gato muy mimoso, aunque prefería estar en su forma humana, no se contenía en frotarse, acurrucarse o ronronearle a Alan cada vez que estaba con él.

Dormía con él, y lo seguía a todos lados menos cuando el joven se iba a la universidad, y él se quedaba en casa de Marcos, casi siempre acompañado por Equi, quién lo veía como un pequeño tigre negro, y solía decirle que crecería como una linda pantera negra (como la que había visto en la televisión); hasta que cierto día, en dónde Marcos y Cristian se molestaron en explicarle que Exequiel era un gato, un felino pequeño, no como él, y que no crecería más de lo que ya era.

Alan había encontrado que avergonzar a Exequiel era muy fácil y divertido y se mostraba tan cariñoso a él que lograba incomodarlo al punto que el híbrido cambiaba a su forma de gato para escapar, como si lo hubieran asustado, con la cola erizada, hasta esconderse en algún rincón. 

Pero su relación no era nada extraña, no eran pareja, a pesar que ninguno pensaba en eso, aunque muchas veces se comportaran como tal.

Y los meses los habían hecho compañeros, aunque el Chango tenía la mala costumbre de creerle todo al raro de Ezequiel, así que Alan no se sorprendió mucho cuando su lindo gatito le preguntó sí daba mala suerte.

🐾Bad Luck🐾 - Varela & Zeballos [Adaptación]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora