Entre sueños y desafíos

Capítulo 2: Secretos entre líneas

Alisson dudó por un instante. ¿Un café con un desconocido? Pero había algo en Matías que la intrigaba. Su mirada era desafiante, pero había una tristeza escondida que ella reconocía.

—Está bien —respondió, intentando sonar tranquila—. Pero solo un café.

El pequeño café junto a la librería olía a vainilla y libros viejos. Se sentaron junto a la ventana, y por un momento, ninguno habló. Alisson jugaba con la cucharita de su capuchino. Matías la observaba con curiosidad.

—¿Siempre vienes a esta librería? —preguntó él.

—Sí. Es mi lugar seguro... supongo que todos necesitamos uno.

Matías asintió, bajando la mirada.

—Yo vengo cuando quiero olvidarme del mundo. Leer es... escapar sin tener que huir.

Alisson lo miró con atención. Esa confesión la desarmó un poco. La arrogancia que había percibido parecía solo una barrera. ¿Qué trataba de esconder?

—¿Y qué tratas de olvidar? —se atrevió a preguntar.

Matías vaciló, como si eligiera cuidadosamente sus palabras.

—Digamos que... algunas decisiones duelen más que otras.

El silencio se instaló de nuevo, pero esta vez era cómodo. Alisson sintió una extraña familiaridad. Como si ambos llevaran cicatrices parecidas, aunque aún no las hubieran mostrado.

—¿Sabes? —dijo ella, rompiendo el silencio—. Quiero ser doctora.

Matías levantó la vista. Sus ojos verdes brillaban con interés.

—¿Y qué te lo impide?

—Mi padre. Cree que no es lugar para una mujer. Que debo ser otra cosa... algo más "femenino".

Matías apretó los labios.

—Suena duro.

—Lo es. Pero no pienso rendirme —dijo con decisión.

Él sonrió, esta vez sin sarcasmo.

—Entonces hazlo. No vivas el sueño de otros.

El café se fue llenando de palabras suaves, miradas largas y confesiones breves. Pero antes de despedirse, Matías sacó una pequeña libreta del bolsillo y escribió algo en una hoja.

—Para ti —dijo, extendiéndosela.

Alisson la tomó con cuidado. Era un poema. Breve. Triste. Honesto.

“No todos los que callan están en paz.
A veces el silencio es un grito.”

Ella lo miró sorprendida, pero Matías ya se alejaba por la calle, sin mirar atrás.