6 - Los aristocratos;

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Quackity se detuvo frente a la ventana de la casa del oso. Luzu le había pedido personalmente que fuera al ayuntamiento, solo. Rubius no podía acompañarlo porque ya estaba baneado, y Lolito estaba respirándole en la nuca a Luzu, queriendo banearlo también, aunque no hubiera hecho nada malo a los ojos del público. Ahora él estaba al mando; siempre lo había estado, pero esta vez se sentía aún más nervioso.


—No tienes que ir si no quieres, ¿sabes?— susurró Rubius, apareciendo de repente detrás de él, poniéndose a su lado. Aunque odiaba al híbrido por obligarlo a acompañarlo en su misión suicida, todavía le tenía algo de empatía. —Sé que es mucha presión, ¿vale? Pero se nota que puedes con todo... co‐ como si fueras invencible, sabes?—. Rubius resopló, consciente de que sus palabras sonaban torpes, pero sus habilidades sociales siempre habían sido limitadas.

— eso supongo—, respondió Quackity, frunciendo el ceño. Rubén siempre le había parecido extraño: la manera en que se manejaba, la forma en que hablaba, como si fuera un adulto al que le faltó tiempo para madurar. —De todos modos, haré lo que sea necesario para conseguir esos papeles, incluso si tengo que hablar con un subordinado como el alcalde—. Sus dedos recorrieron la madera del marco de la ventana mientras observaba a los habitantes pasar. Su misión era simple: obtener información para extorsionar al pueblo y ganar algo en el proceso.

Rubius lo miró por un buen rato, esperando al menos un gesto de gratitud, una sonrisa tal vez. Pero lo único que recibió fue silencio. Dios, Alex era tan molesto. El oso estaba ansioso por deshacerse de él.

Volumen 2; Democracia.

—¿Tu nombre?— preguntó el pelirrojo, sentado detrás de su escritorio. La forma en que la luz lo iluminaba desde atrás lo hacía parecer más imponente.

—Quackity—, respondió el menor, sintiendo un nudo en el estómago. No quería admitirlo, pero estaba nervioso. Nervioso de ser descubierto, de ser enviado de vuelta, de perder.
Él nunca pierde.

—¿Quackiris?— Lolito rió, mostrando una sonrisa blanca que contrastaba con su figura oscura. Se levantó de su silla, que chirrió al deslizarse.

Paso, Paso, Paso

el alcalde se acercó al híbrido, escaneándolo de arriba abajo. —Pos nunca te había visto por aquí, y no tienes pinta de ser habitante—

¿"Pinta de habitante"? ¿Cuál era la diferencia entre él y los demás? Todos eran prácticamente iguales, entonces, ¿en qué había fallado?

—Me acabo de mudar—, tartamudeó Quackity, desviando la mirada. Tal vez Rubius tenía razón; Lolito era intimidante. —Vengo a hablar sobre la explosión de la semana pasada—

Su postura, su tono de superioridad, le recordaban a alguien que preferiría olvidar. Incluso tenía el mismo olor a whisky.

—Ah, sí, sí—, dijo Lolito, volviendo a adoptar un semblante serio, como si Quackity lo hubiera aburrido. Regresó a su escritorio, apoyándose mientras revisaba su agenda. —Habéis liado una buena, ¿eh? Reventasteis toda la recepción.—

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⏰ Última actualización: Aug 21 ⏰

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Deal with the devil ; rubckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora