Capítulo 8: Alimentar a los perros

147 15 1
                                    

 17 septiembre 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 17 septiembre 2022

Kailay Real

El cuerpo me hormigueaba con los pezones endurecidos, y no pude evitar fantasear lo que pudiera haber sido si tan solo él fuero un poco descarado y no me tratara como una chiquilla inmadura.

Aparté las sábanas paseando las manos por mis muslos. Quería saber que se sentía tocarse. Odiaba parecer mojigata cada que hablaban de relaciones sexuales. En la secundaria, en la universidad y en el trabajo. Mientras ellos contaban lo rico que disfrutaban a mí me daba asco solo porque un idiota decidió dañarme la niñez.

Abrí las piernas apartando la tela de la ropa interior hundiendo dos dedos en mi empapada carnal. Traté de estimularme fantaseando en cómo sería ser follada por Ans. Jadeé con la respiración agitada hasta llegar al punto de frustrarme cuando no sentía nada.

Saqué mis dedos enojada conmigo misma y me metí a la ducha pensando en que hubiera sido. Lo deseaba, quería ser tocada y sentirlo, pero no pasó. Cribans fue muy caballeroso hasta volver tedioso. Jamás había sentido revolotear tanto las hormonas y jamás había deseado a un hombre. Buenos, a ningún hombre y el intento de bajar la frustración no se dio, porque era mala hasta para tocarme a mí misma.

Fui al trabajo sumida en mis pensamientos y así pasó la mañana. El día siguiente en las Bahamas Ans me había mandado de vuelta en un avión comercial y desde ese instante no sabía de él. Muchas veces pensé en escribirlo, pero no quería parecer desesperada o molestarlo.

Suspiré dejando que el agua fría se deslizara entre mis dedos.

—Deja de pensar tanto o tu cerebro se hará chicharrón —comentó Pam aplicándose labial. Llevaba el pelo rubio que deslizaba bajo sus hombros. Era tan bonita, tan llena de vida y todo lo contrario a mí.

—Quiero, pero mi mente se niega a no pensarlo —sisé. Volteó a verme con sus ojos enchinados y cargados de preguntas.

—¿De quién hablamos? —inquirió guardando el labial.

—De nadie importante —sequé las manos queriendo pasar desapercibida.

—Negación, si no fuera así no estarías pensando en él.

—Es un idiota que no vale la pena ¿nos vamos? —Dije y encaminamos hacia el restaurante.

—¿Y ese idiota tiene un nombre? —insistió.

—Afirmativo, Ans Cribans.

—¿Qué? —Gritó de sorpresa. —No, ¿Qué pasó? No me diga lo que estoy pensando.

—Baja la voz —regañé y tomamos asiento. —Lo que sea que estás pensando no pasó.

Aunque hubiera querido que pasara.

—Entonces habla.

—Llevamos días hablando por chat.

—¿Cuándo me dejaste comer sola el otro día estabas con él?

KAILAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora