Capítulo 2 Tenemos un trato

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Desperté entre sus brazos, aún desnuda y sintiendo la desnudez en él, despertándose con mi movimiento al ponerme boca arriba.

—Hola—saludó con voz ronca, una sonrisa y con esos ojos adormilados que siempre me parecieron tan sexys.

—Hola—me llevé las manos al rostro, cubriéndolo.

—Mírame.

—No quiero.

—Tara, mírame—quitó mis manos con suavidad.

— ¿Qué?

—Creo que ya es tarde para arrepentimientos.

—No me arrepiento, me siento culpable.

— ¿Por qué?

— ¿En serio lo preguntas? —señalé el anillo de bodas en su dedo.

—Debí quitármelo.

—Eso no cambia el hecho de que seas un hombre casado.

—Lo sé—suspiró—. ¿Qué haremos? Son las ocho, cuando Lesly llegue debemos darle una respuesta.

—Pensé que había quedado claro con esto—nos señalé a ambos.

—Sólo quería asegurarme.

—Dios sabe que no podría alejarme de ti ahora que volví a tenerte, estoy condenada.

—Estamos, pero recibiré las llamas del infierno si estamos juntos.

—Eso no me ayuda, pero concuerdo.

Entré a la ducha mientras él preparaba un poco de café. Fue al abrir el armario para sacar una bata que noté que había ahí una muda de ropa y eso lo agradecí enormemente. Salí hacia la cocina, donde él terminaba con unas tostadas francesas y el lugar estaba impregnado con el olor a café.

— ¿Estás lista? —me entregó una taza de café a la cual le echó tres cucharadas de azúcar, tal como lo tomaba— Falta poco para las nueve.

—No—suspiré bebiendo del líquido caliente.

—Creo que debí darte un té.

—Sabes que sin café no funciono, esto está bien.

—Que si lo sé—rio sacando la última tostada de la sartén—, ¿recuerdas la vez que me aventaste un cojín de la sala porque no encontrabas tus llaves y como no habías tomado café no las había visto colgadas junto a la puerta?

—Siento eso—reí.

—Es grato recordar todo eso teniéndote al lado.

Sólo sonreí, pero después sentí su mano en mi rostro, atrayéndome en un beso, siendo lento y delicado, no como los apasionados de la noche anterior, este era como los que compartíamos alguna tarde sentados en un sillón, de esos que no terminaban con la ropa fuera y nosotros jadeantes sobre lo que fuera, un beso de amor.

La puerta principal se abrió cuando nosotros tomábamos el desayuno de nuevo frente al televisor, pero fue justo en el momento en que él acariciaba mi mejilla después de acomodar un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Oh, buenos días—saludó Lesly con una sonrisa, pero en sus ojos vi el dolor al encontrarnos así, aún así lo supo disimular bastante bien.

—Emm...—me alejé inmediatamente de él.

—Tranquila—rio—, está bien, después de todo para eso están aquí y me alegra ver que dio resultado, así que, eso quiere decir que aceptan, ¿verdad?

—Pues...—Jake se aclaró la garganta.

—Sólo díganlo.

—Sí—respondimos al unísono.

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