1

102 12 8
                                    

Canción: ROAR - I Can't Handle Change


Vida, una bendición para algunos, un castigo para otros. En mi caso era la segunda opción. Imagínate sufrir *bullying* en tu escuela y al llegar a casa encontrar a tus padres discutiendo, para luego descargar toda esa ira y enojo hacia ti. Agobiante, ¿verdad?

Yo era solo un niño de 15 años que sentía miedo de su entorno, entorno que lastimaba al borde de pensar en la muerte como mi única solución a tan corta edad. Ocultaba mi dolor de mis progenitores y de gente cercana a mí. Yo no entendía exactamente lo que me pasaba en aquel entonces, solo sabía que dolía y muy fuerte. Lloraba en las noches y me mostraba distante con todos.

"Llantos silenciosos, lágrimas silenciosas"



...

—Oye, Alex, no llores. Ven, mejor vamos a jugar. ¿Sí? —me alentó mi mejor amiga.

La miré y le dediqué una sonrisa algo cansada. Sentía mis ojos arder a causa de las lágrimas que había soltado anteriormente. Mi padre se pasó esta vez con los golpes.

—Samantha, no quiero, estoy cansado y me duele el cuerpo. Déjame un momento.

—Entiendo, tu papá te golpeó fuerte, pero juega conmigo para que te olvides. —me tomó del brazo para que me levantara de donde estaba sentado—. Vamos.

Me levanté y sentí como mis piernas flaquearon por un momento; ella se acercó más a mí y dejó un beso en mi frente. "Todo va a estar bien, te lo prometo". Esas palabras hicieron que olvidara lo que estaba pasando, aunque sabía que esto se iba a repetir, por lo menos tuvieron ese efecto tranquilizante.

—Oh, mi querido Alex, me duele verte así de triste. Tu padre no me cae ni un poquito bien.

—Concuerdo contigo... Gracias, Samy.

—¿Qué?, ¿por qué? —cuestionó.

—Por estar conmigo y apoyarme siempre. Eres la mejor y agradezco tenerte como mi amiga.—De mis ojos empezaron a brotar aquellas gotas cristalinas y saladas. Lloraba por todas las emociones que estaban ahogándome.

—Awww, eres tan lindo a veces —corrió a mí y me dio un cálido abrazo al cual correspondí.

—Lo sé, ¿no has visto lo genial que soy? —expresé con burla.

—Oh Dios, ¡y un maldito egocéntrico!

Ella y yo hemos sido amigos desde que tengo memoria, es la que me consuela después de algunas discusiones con mis padres. Ella es la única que ha estado para mí.



...

Cinco y media de la mañana, hora de "despertar" para arreglarme e ir a estudiar. Detesto el colegio, la gente es muy estúpida; se te burlan por ser diferentes, por ser único. Otro infierno que tengo que soportar.

—¡Alexander, despierta! —gritó mi madre, haciendo que diera un respingo—. Si no te llamo, tú no te levantas por ti mismo, me tienes tan cansada, todos los días la misma cosa.

Ay, mamá, si supieras que ni siquiera dormí, no tienes que gritar, vieja loca.

—Oye, ¿no escuchas lo que te estoy diciendo? Dale, pues, y ponte las pilas.

LÁGRIMAS EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora