Cien Años

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Desde hace muchos días ya no se le ve sonreír con el mismo encanto tan especial que solía tener, sin embargo, este mismo no le abandona cuando lo vez leer aquel pequeño libro, ya desgastado por las muchas veces que lo ha leído, hojas ligeramente maltratadas por el tiempo y su constante rozar una y otra vez esos largos y finos dedos de piel apiñonada, tinta y dibujos cuidadosamente preservados siendo leídos por aquellos ojos de un verde esmeralda precioso, aquel pequeño diario que en su momento se encontró con risas, lágrimas y sangre, con un sobre que pegado de manera cuidadosa por dentro de la tapa trasera al final de los secretos que esconde, guarda un pequeño ramito de flores, que a pesar de muerto no pierden su belleza, con el anhelo de volver a ver a su respectivo autor con y su adorable sonrisa.

No ha pasado ni mucho ni poco, solo el tiempo justo y necesario, para que esta historia llegue hasta tus manos mi lindo lector...

Hace más de mil años, los humanos se encontraban en una guerra, Alfas y betas peleando por el dominio de los escasos omegas, una pelea sin sentido si me lo preguntan a mí, lamentablemente, sangre de inocentes se derramaba día tras día, hasta que una noche una diosa de origen desconocido hizo acto de presencia en medio de una lluvia que a pesar de feroz, no apagaba el fuego del ardiente odio entre especies, descendió al mundo de los creyentes en medio de un campo de batalla donde se encontraban los principales al mando en el enfrentamiento final, con su poder transformó las espadas en rosas, llenando los campos de batalla con diversas especies de flores y el humo de los cañones se vio transformado en preciosas semillas de dientes de león, que volaban cuando la lluvia acaudalaba. Los campos de batalla se veían como un precioso lugar de descanso, como si ahí, por debajo de la belleza no hubiese almas que en pena sucumbieron ante el odio derramando sangre que ahora daba vida al paisaje que en vida anhelaban disfrutar.

Está presencia divina además de arreglar el problema, le dio un nombre propio al mundo entero, su significado la solución al problema y el regalo para las tres gamas, YuanFen, sin afectar el ciclo natural de las cosas como la alimentación y la vestimenta, entre otros. La diosa creó seres híbridos entre humanos y animales, dándoles la cualidad de en su mayoría ser omegas, para así darle fin a las guerras, estos seres obsequios divinos, hasta la actualidad son tratados con muchísimo respeto, tanto como a los hijos de humanos e híbridos que al por mayor son venerados. Lo que les cuento sucedió en una primavera de muchas que ya han pasado, ahora la misma es representada con una espada que con su oxidada y desgastada hoja de metal enterrada en el suelo entre dientes de león, es decorada por rosas que se enredan en el filo hasta llegar al mango, demostrando como todo aquello que mata puede ser vencido por el anhelo natural de la libertad, además de que no todo aquello que nos hace desear estar muertos es tan malo si lo enfrentamos de la mejor manera, aun cuando no le podemos hacer frente, casi siempre, llegará alguien que nos hará volver a ver aquellos colores en el viento con sabores aún más exquisitos que los que creíamos ya perdidos.

—Miyos llamando a Dei, Miyos llamando a Dei —Una de las orejas de CarmenDei se encuentra con el cálido aliento más la suave y divertida pero tranquila voz del joven hibrido del cual entre su esponjoso y blanco cabello con mechones dispersos de color canela emergen dos blancas orejas de conejo, quien con cuidando pasa unas cuantas veces una de sus manos frente a los ojos de su joven amigo, cuya mirada parece estar perdida en el paisaje detrás de la ventana de su aula, con un par de pestañeos volvió su mirada color esmeralda al chico que ahora se halla sentado frente a él.

—Ya termino la clase... de nuevo me quedé dormido en mis pensamientos —Un largo y profundo suspiro hace presencia, con ambas manos CarmenDei peina su propio cabello y lo ata con una liga color celeste que trae como pulsera en su mano derecha, creando una coleta mal hecha, pues los mechones de cabello se escapan de su descuidado peinado. Miyos se levanta de su cómodo lugar, posicionándose a la espalda de su amigo, retirando delicadamente con sus pálidas manos la liga del cabello de su amigo, usando sus labios como apoyo para sostener la liga y acostumbrado a la actitud tan floja de CarmenDei, saca de uno de sus bolsillos del uniforme un rociador pequeño lleno de agua y un cepillo de cerdas suaves color blanco y base plástica cristalina de un largo mango color azul cielo.

—La próxima vez pídelo directamente — Su voz se vio un poco apagada por mantener la liga entre sus labios pero el tomo se mantenía con firmeza, reprendiéndolo por no tener el valor de pedir algo tan simple después de años de de conocerse, sin embargo a pesar de su firmeza hay atisbos de gentileza, al mismo tiempo sus hábiles manos cepillan y humedecen el cabello de CarmenDei —Deberías pintarte las puntas de color celeste —Sugiere con sarcasmo sin detener su atención al peinado de su amigo.

—Te prometo que lo haré cuando nos graduemos —Respondiendo de la misma manera, ligeramente sonrojado de sus mejillas por los escalofríos que recorren su espalda cuando Miyos cepilla con sus dedos la parte de su nuca, cerrando sus ojos por esta sensación.

—Apuesto lo que sea a que—El ruido sordo de la puerta chocando contra pared hizo que Myos no pudiera terminar la frase.

—¿A que?... —CarmenDei espera la respuesta de Miyos dejando de sentir que lo estaba peinando, lo que le hizo abrir sus ojos de manera inmediata era que el salón se inundó del aroma a feromonas de otro alfa, un fuerte aroma a manzana, casi a la velocidad de la luz CarmenDei se pone de pie, buscando con la mirada al dueño de este desagradable aroma, pues él también es la misma gama y le causa nauseas las feromonas de cualquier otro alfa, claro no menos importante y aun con más ansiedad a su mejor amigo Miyos, quien corre peor peligro al ser un hibrido omega. Con la manga derecha de su suéter cubriendo boca y nariz, seguía buscando ahora con creciente desesperación. Al caminar unos cuantos pasos rectos entre las butacas su búsqueda rinde frutos, ahí en el suelo, entre las butacas cercanas al lugar donde los amigos estaban hacia unos momentos atrás, a los pies de CarmenDei, esta Canek su hermano encima de Miyos forcejeando sin embargo con una firmeza bestial las manos de Canek sostienen las muñecas de Miyos contra el suelo a los costados de la cabeza de él hibrido, su lengua tocando tentativamente los pezones del pecho ahora descubierto, tratando de provocar también el celo del pobre conejo, su mejor amigo retorciéndose entre los brazos de su hermano, luchando por liberarse, es una imagen que CarmenDei nunca esperaba ver, mismo que dejo de lado su propio asco y solo pudo ver rojo, arrojándose al ataque contra su hermano, lanzándolo contra las bancas lejos de Miyos con una fuerte patada causando un fuerte etruendo por lo metales chocando entre si y un quejido leve que emanó de Canek al estrellarse contra las mismas.

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⏰ Última actualización: May 03 ⏰

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