Hoy regresaría de mis vacaciones, había ido a visitar a la abuela en Santa Mónica de donde mi madre y yo somos originarias.

Nos habíamos mudado a Venice hace ya algunos años, mi familia solo se compañía de la abuela, mi madre y yo, luego del divorcio de mis padres no volví a saber nada de él.

Tenía que volver al trabajo, a mi rutina habitual, a decir verdad no me desagradaba tanto, me servía para distraerme de tantos problemas que llevaba encima.

El primero en saludarme fue Ty, era uno de mis mejores amigos, fue el primero en acercarse a mí cuando llegué aquí.

–Por fin llegas, creí que no regresarías nunca–

–Es uno de tus más grandes deseos–

–Ni cómo negarlo–

Ty me envolvió en un fuerte abrazo, los abrazos eran algo muy típico de él.

–Ya decía yo el porque Ty estaba tan inquieto hoy–

Milo salió del cuarto de almacén, ambos nos miramos directo a los ojos.

Mi relación con Milo era un tanto extraña, no podía describirla con precisión ni aclarar el que éramos, pero podría decirse que éramos amigos con derecho.

–Tengo que terminar el inventario y hacer la limpieza, los dejaré solos–

Ty siempre solía hacer pequeñas bromas sobre nosotros solo para molestar.

–Creí que volverías hasta la semana próxima–

–A mamá le surgió un inconveniente y tuvimos que volver antes–

Milo y yo quedamos tan cerca que podía sentir su respiración en mi cara.

–A veces odio estar en el trabajo, porque así no puedo besarte–

Me reí y solo me limité a besar su mejilla.

–Tendrás que esperar al final del turno–

–Ya que–

Fui hasta los lockers y ahí dejé mis cosas, luego de eso volví para poder hacer la limpieza del lugar, todos los días ese lugar debía rechinar de lo limpio que estaba.

*

La mitad de mi turno iba bastante bien, habíamos tenido bastante gente, en las propinas no me estaba yendo tan mal, así que no podía quejarme.

Milo preparaba las bebidas mientras yo esperaba para poder llevarlas a las mesas. Llevaba puesta una camisa negra y sus típicos anteojos negros y su cabello estaba ligeramente rizado.

–¿Por qué me miras tanto?–

–¿No puedo hacerlo?–

–Nunca dije que no– se rio

–Es solo que pienso que esa camisa te queda bien, al igual que tus anteojos, debería seri ilegal usar algo así –

Milo solamente se reía por lo bajo con cada palabra que decía

–También debería ser ilegal usar lápiz labial rojo, y usar crop top, hacen que me distraiga y no pare de mirarte, te ves hermosa–

–Es parte del uniforme, acostúmbrate a verme así diario–

–Me parece una idea excelente–

Esta vez fui yo quien se rio, puse las bebidas en la bandeja y las lleve hasta las mesas.

Mi turno por fin había acabado, era hora de ir a casa, había sido un buen día en el trabajo, fue una gran bienvenida.

Llegue hasta el edificio de departamentos donde vivía, esta vez quise usar el elevador, me sentía muy cansada para usar las escaleras.

Atravesé todo el pasillo hasta llegar a mi departamento, fuera de este estaba Milo.

–¿Desde cuando estás aquí?–

–Cuando termino mi turno fui a casa, a darme una ducha y luego vine a aquí a esperarte–

–Estabas desesperado por venir aquí–

–Mucho–

Abrí la puerta y ambos entramos, Milo cerró la puerta detrás suyo, yo encendí la luz.

Milo llevó sus manos a mi cintura e hizo que me girara, casi de inmediato atacó mis labios.

Yo le seguí el beso por unos cuantos segundos hasta que lo rompimos

–No aguantaba más besarte, extrañé mucho tus labios–

–¿Solo mis labios extrañabas?–

–Y también a ti, claro está–

–¿Qué tanto?–

–Voy a demostrarlo–

Milo volvió a atacar mis labios mientras caminábamos hasta mi habitación.

𝘽𝙤𝙧𝙣 𝙩𝙤 𝙙𝙞𝙚 (Milo Manheim)Where stories live. Discover now