A veces odiaba cuando el restaurante se llenaba a tal grado que todo el mundo corría de un lado a otro, detestaba estar apresurada y tan ocupada pero amaba mi trabajo, hoy sería un buen día

El estar tan ocupados no nos había dado el tiempo a mí y a Milo para poder platicar 5 minutos si quiera, la barra estaba saturada con pedidos y él también estaba de un lado a otro todo el tiempo.

Por la mañana ni siquiera me había dado el tiempo de comer algo, mi estómago llevaba un buen rato doliendo por hambre, me sorprendía que hasta este punto no me hubiese desmayado ya.

Por un solo momento pude tomar un descanso de 5 minutos, me sentía totalmente agotada, mis pies dolían, mi cuello también y mi cabeza comenzaba a punzarme.

Estaba en la parte trasera del almacén en donde solíamos usar ese espacio para tomar nuestros descansos. La puerta se abrió abruptamente dejando ver a Milo.

–Creí que ya te habías ido–

–Estoy en mi descanso–

–¿Has comido algo?–

–Solo logré comer una manzana y parte de mi almuerzo, el cansancio me está matando–

–Ánimo, tu turno casi acaba, en cuando llegue Violet podrás irte–

–Anhelo eso con todas mis fuerzas–

Milo beso mi frente antes de salir del cuarto e irse, me quedé lo poco que quedaba ahí detrás y luego regresé a trabajar.

El día estaba demasiado lluvioso y frío, mi turno por fin había acabado, y termino al mismo tiempo que el de Milo.

–¿Irás a casa?–

–¿A donde más crees que iré?–

–Vayamos a mi casa, mamá preparó ravioles–

–Bien, entonces vamos a tu casa–

Milo extendió su brazo para que yo pudiese cruzar el mío con el de él.

Caminamos hasta su casa que quedaba bastante cerca de nuestro trabajo. Entrando pudimos sentir en ambiente caliente, lo que nos ayudó con el frío de afuera.

–¡Sarah! Que bueno verte cariño, cuanto tiempo ha pasado–

Camryn se acercó a saludarme con un abrazo, desde que la conozco siempre fui bien recibida en su casa.

–A mi también me da mucho gusto verte Camryn–

–La cena está casi lista, pueden sentarse en la mesa–

Camryn se volvió a la cocina mientras que Milo y yo nos sentamos, solo esperamos unos cuantos minutos cuando regresó con los ravioles listos.

–Cuéntame, ¿qué tal la visita a tu abuela, Sarah?–

–Fue una visita muy agradable, un poco rápida pero me gusta saber que la abuela está bien, prometimos volver más seguido a visitarla–

–Me alegra mucho saber eso cariño, ¿qué tal les fue en el trabajo hoy?–

–Excelente, estuvo lleno la mitad del día, pero la lluvia comenzó a ahuyentar a la gente así que después la gente dejó de llegar, pero al menos por un momento nos fue bastante bien–

–Eso es fantástico–

La cena transcurrió entre charlas con la madre de Milo, ella siempre me hacía sentir como en casa, era una persona muy amable.

Llegada la noche, eran cerca de las 9, Camryn había preparado chocolate caliente con pequeños malvaviscos.

–Me encantaría poder acompañarlos, pero me siento cansada así que mejor me iré a dormir–

–Ve a descansar mamá, te notas bastante cansada–

Camryn se despidió de ambos para luego ir a su habitación, yo terminé el poco chocolate que me quedaba.

–Creo que yo también debo irme, ya es un poco tarde y no quiero incomodar–

–No, quédate, ¿no crees que es un poco tarde para que estés sola en la calle?–

–No pasará nada, pero tú madre está cansada y supongo que tú igual, quiero que ambos descansen–

Me levanté y comencé a colocarme mi abrigo.

Milo igual se levantó y se colocó su abrigo, ambos salimos de su casa

–¿Segura que no quieres quedarte?–

–Gracias por la invitación Milo, pero solo por esta vez diré que no–

Milo hizo un pequeño puchero, yo cruce mis brazos por su cuello y él colocó sus manos en mi cintura.

–Prometo que la próxima vez me quedaré contigo–

–Más te vale que así sea o tendré que obligarte a hacerlo–

Me reí y luego acercamos nuestros rostros hasta unir nuestros labios en un profundo beso

𝘽𝙤𝙧𝙣 𝙩𝙤 𝙙𝙞𝙚 (Milo Manheim)Where stories live. Discover now