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- ¿Donde se habrá metido esta chica?
- Perdón Dagi, debí acompañarla.
- No es tu culpa Sonata, pero estoy algo preocupada, no tenía que comprar mucho y tampoco esta tan lejos la tienda.
Sonata miraba a Adagio dar vueltas en la sala de estar mientras ella abrazaba el almohadón del sillón.
- Tranquila Dagi, no creo que le haya pasado nada.
- Eso espero.
Sonata sonrió, se levantó y le dió un corto beso en los labios a la de rulos, cosa que la calmó levemente.
- Ven, sentemonos a esperar, alterarnos no nos ayuda.
Adagio asintió y suspiró, para luego hacer lo pedido por Sonata.
A los veinte minutos la puerta se abrió Aria dejó la mochila en la que cargaba las compras en el suelo, mientras con su otro brazo cargaba algo envuelto en una mantita.
- ¡Ari! ¿Por qué tardaste? Nos asustaste mucho.
- ¿Uh? Se me pasó la hora.
Adagio frunció el seño, molesta.
- ¿Y cual es tu excusa? ... ¿Qué llevas ahí?
Aria levantó suavemente una esquina de la manta, dejando ver un pequeño gatito de pelaje atigrado.
Sonata se derritió de amor, dándole leves caricias con su dedo al pequeño felino.
- Lo siento Adagio, pero estaba solo en una caja, parecía lastimado, y me partía el corazón verlo allí.
Tras un tiempo Aria junto a Sonata y Adagio siguieron cuidando de aquel pequeño gatito.
- Y... ¿como le ponemos de nombre?
Aria y Adagio miraron a Sonata, para luego mirarse entre ellas y por último al gato.
- Tiene cara de Roberto.
- Aria, le pones Roberto al pobre gato y te dejo de hablar.
- ¿Y melocotón?
- Lindo, pero no se si le queda, Sony.
- Y... ¿Qué tal Tomi?
Sonata y Aria se miraron por un momento, antes de asentir.
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Última actualización antes d olvidarme q esto existe y acordarme dentro d una semana
