· 01 ·

340 58 5
                                    


La familia Kim se situaba en la acera de una de las calles más transitadas de Seúl, pidiendo un taxi para Kim Minji, que pronto se iba a mudar a Nueva York ya que había ganado una beca en unas de las mejores universidades en América, ella era el orgullo de la familia.

─Hermana, creo que la ciudad no quieres que te vayas. Ningún taxi para. Quédate.─murmuró aguantando unas lágrimas. 

─Lee... tu bien sabes que trabaje mucho para esa beca.

─Pero te extrañare... ─abrazo a su mayor.

Minji sobo la cabeza de Hyein mientras prometia visitarlos en el verano. El momento fraternal fue interrumpida por la abuela Kim, quien parecía tener algo tras sus manos.

─Hijita, venga, venga. 

Minji asintió y se acercó a la mujer que vestía una sonrisa amplia que caracterizaba su familiar. La mujer le ofreció un gnomo de jardín. ¿Que? ¿De todos los regalos, un gnomo de jardín? La alta sabía que su abuela era de dar regalos raros, la última vez que le regalo algo era su conejo muerto pero conservado, intento no vomitar y llorar aquella vez. Nadie de la familia sabia que la señora practicaba taxidermia.

─Un... gnomo de jardín... ¿gracias?... supongo ─soltó sus maletas para sostener aquel regalo tan peculiar y anticuado.

─Solo lávelo y se ve bien. 

La coreana puso una sonrisa incomoda sin saber que decir, había un silencio incomodo en esa acera, su madre y padre quedaron viendo el gnomo sin soltar ninguna palabra, Hyein se aguantaba la risa y la tía Kim intentaba alejar a la abuela de Minji. El silencio fue roto hasta que un taxi por fin paro.

─Adios a todos, prometo escribirles, los amo.

Abordó el vehículo e informó al taxista que se dirigía a el aeropuerto de Seúl. Al momento que se sentó, dejando al lado su bolsa de mano a un lado y el gnomo al otro lado. Todo iba bien, Minji viendo el paisaje mientras escuchaba música desde sus audífonos, hasta que el vehículo frenó bruscamente, logrando que su cara chocará con el asiento de enfrente y el regalo peculiar cayera al piso.

─Disculpe, un animal paso aunque la luz estuviera roja. ─explico. 

─N-no se disculpe. ─quito su cara del asiento de enfrente.

Busco su audífono en el piso y se encontró con el objeto junto al gnomo. Levantó ambos objetos y los sacudió, al acercarse al pedazo de cerámica noto una pequeña grieta que se extendía de su extremidad hacia su barriga, pasó su dedo por la grieta y ante este tacto el gnomo empezó a temblar y hacer ruidos un poco peculiares.

─¿Que putas? ─expulsó con una cara confusa.

Un polvo combinado con confeti pronto llenó su cara junto a una música absurda. De un segundo para otro una chica apareció sentada en su regazo, ojos brillando y abiertos, sonrisa amplia, mejillas color carmesí y una ropa un tanto chistosa. Minji tuvo que abrir y cerrar los ojos lentamente para saber si lo que estaba presenciando era un sueño absurdo, no lo era.

La chica desconocida lucía feliz y asombrada. Saco una rosa amarilla de su pequeño bolso y lo dejó en la cabeza de la coreana.

─¡Oh, gracias! ─exclamó y dejó un tierno beso en la mejilla ajena─. ¡Diez años y por fin puedo ver este mundo depresivo por una segunda vez!

Minji estaba confundida, se pellizqueo a sí misma varias veces, y no era una pesadilla. No sabía que hacer ante esta situación, ni siquiera lo podía googlear, ¿quien en este mundo pudo enfrentar situación tan absurda como esta? La respuesta era clara, nadie y Minji seria la chica afortunada al ser la primera persona en ver un gnomo de jardín sentada en su regazo y vivo. 

─Disculpa no me presente, soy Hanni Pham, gnomo de jardín, tengo diecinueve y me gustan las flores amarillas.

─Oh, que bien. ─sonrió falsamente─, podrias volver a ser un objeto de jardín, por favor.

─¡Oye! Aunque mi corazón sea de ceramica tambien tengo sentimientos como tú.

─Vamos a un puto aeropuerto, no tienes pasaporte y tampoco documentos probando que existes.

─Sabes, por eso no me gusta visitar este mundo de gente tan pero tan aburrida. ─cruzó sus brazos, haciendo un puchero, como si se tratara de una niña de cinco años. 

La mas alta pudo notar que el retrovisor estaba apuntando hacia atrás y que mayormente la mirada del taxista se dirigía a ambas chicas en vez de la carretera. Debió pensar que Minji estaba loca.

La menor por fin abandonó el regazo de Kim, sentándose a lado de ella, tranquilamente meneándose de lado a lado tarareando una canción, mientras chupaba una paleta de cereza que mágicamente había sacado de su pequeño bolsillo correspondiente a su overol. Pues realmente parece un gnomo de jardín autentico, penso la coreana observando cada movimiento de la contraria.

─Ya llegamos al aeropuerto de Seúl. ─señalo. 

─Gracias. ─pago antes de bajar sus maletas junto a Hanni.

Pronto el taxi desapareció saliendo fuera a la ciudad, en ese instante Minji partió sin importarle un carajo la chica que la seguía con intriga. El sonido de los zapatos de la mas baja sonaban al son de las ruedas de las maletas, simplemente absurdo. No importaba lo mas rapido que caminara podía escuchar esas zapatillas irritantes por cada paso que daba, no se alejaban ni acercaban.

─¿Por que me sigues?

─Porque soy tu gnomo.

─Te dije que no puedes viajar conmigo, eres inexistente en este país, ¡probablemente en todo el mundo! Y déjame recordarte que apareciste de la nada.

─Puedo encogerme si eso deseas, para poder viajar junto a ti, ama. ─soltó, inocentemente.

¿Ama? ¿Por qué la llamaria asi? Aun así, decidió no preguntar e porque de ese título.

─¿Que tu que? 

La duda fue respondida al ver como Pham disminuía en tamaño hasta parecer una pequeña pelota de aluminio; esta salto y escalo por el cargo de Minji hasta llegar a una bolsa de la vestimenta y esconderse.

─¡Vamos! ─incluso su voz se hizo mas chillona de lo que ya estaba antes, la mayor intento no reírse pero fallo─. Que mala...

Kim Minji tenía algo en claro, su vida no iba ser igual al tener a un gnomo de jardín vivo como su acompañante. 




AAAAAA historia bbangsaz, voten por favoooor ;P

Gnomo de Jardín · [ bbangsaz ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora