Dodger.

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Capítulo:1




Una joven vestida de negro y con un trapo cubriendo su cara, corre con agilidad entre la multitud. Sus pasos son rápidos y decididos, mientras el eco de las pisadas de sus perseguidores resuenan tras ella.

—¡Atrapen a esa ladrona!

Un hombre con arma, Lucía enojado, muy enojado, iba tras ella.

Llegó a un callejón y con el aliento agitado, miro hacia atrás, los ha perdido de vista.

Al voltear al frente, Chocó con un muchacho qué
parecía asustado.

—Mierda, lo siento! —Le extendió la mano y ella lo miró unos segundos.

—Fijate por donde vas.

Él inclinó su rostro al de ella.

—¿Eres musulmana?

Ella lo empujó.

—No, y que te importa. —Dijo ella recogiendo los libros que dejó caer al suelo.

Unas gotas de sangre salían de vestido.

—¿¡Te golpee fuerte?! —Dijo el rubio tocándole la pierna.

—Hey, no seas atrevido—Le replicó con una mueca de fastidio.

—Tienes un roce, parece ser de bala, puede infectarse.

Ella se rió.

—¿Eres doctor o qué?

—De hecho... Soy cirujano.


—¡Acá estás Dodger!

Un hombre corpulento lo tomó del cuello, tenía un aspecto poco agradable.

—Podemos arreglarlo, vale? No hay que ser agresivos—Dijo mientras se intentaba safar del agarre.

—Tienes hasta el lunes, o dile adiós a tu brazo derecho

—¿Lunes? Muy pronto. Martes?

—Lunes

—Martes

—Lunes en la noche.

—Bien, lo conseguiré.

—Más te vale Dodger—le advirtió dejándolo caer al suelo.

Se levantó y se sacudió, había olvidado que una chica los estaba viendo.

—¿Dodger?

—Olvida eso, olvida lo que viste, ¿bien?—Dice él alejándose.

—Espera, al menos dime si es cierto que eres cirujano.

El se volteó.

—Si, y tú una ladrona.

—No soy una ladrona

—¿Ah sí?, Esos libros son de la distrital, cuentan muchísimo dinero. Y tienes una herida de bala ¿Que podría ser?

Ella resopló, tenía que admitir que este chico sabía más de lo que debía

—Vale, es cierto, pero tú, eres cirujano y con esa deuda? O mejor dicho, dodger. El hombre parecía ser de la mafia pirata, un hombre de mala muerte.

Él se inclinó en la pared del callejón analizando a la chica.

—No tienes moral para decirme ladrona, Dodger.

—Que no me digas Dodger, Soy Jack Dawkins.

—Bueno, lo siento, Dodger.

El rodó los ojos y quiso irse lo antes posible, apretó los puños lleno de fastidio. Ahora otra persona conocía su pequeño problema.

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⏰ Última actualización: Apr 28 ⏰

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