•Fragmentos de lo Olvidado•
Alexandra Marceline
Estaba caminando sin rumbo, sin mirar hacia atrás, caminaba por lo largo del pasillo del segundo piso, con mis dedos rozando distraídamente la barandilla de hierro forjado que recorría el borde. Cada paso resonaba suave contra el mármol, mientras mis ojos se perdían en la vista que se abría debajo de mí.
El lobby se extendía como una escena sacada de un sueño antiguo. Desde allí arriba, los candelabros colgaban casi a mi altura, colmados de cristales que capturaban la luz con una elegancia hipnótica. La iluminación cálida se deslizaba por las columnas negras y los detalles dorados, acariciando cada rincón con un resplandor casi íntimo.
Abajo, los sofás de terciopelo oscuro formaban pequeños círculos de conversación alrededor de mesas bajas de mármol. Las lámparas de mesa, con sus bases doradas, proyectaban una luz suave que parecía flotar en el aire. Todo estaba tan cuidadosamente dispuesto, tan perfectamente medido, que por un momento me sentí fuera de lugar... como si ese lujo no estuviera hecho para alguien como yo.
Pero fue entonces cuando lo vi. Justo al pie de la gran escalera de doble ala, había un piano de cola negro, brillante, como una joya perfectamente colocada en medio del escenario. Nadie lo tocaba, y, aun así, parecía tener presencia... como si supiera que en cualquier momento podía arrancar el silencio con una sola nota. Me detuve un instante, observándolo, y una punzada extraña se deslizó por mi pecho. Familiaridad. ¿Lo había tocado alguna vez? ¿O simplemente lo deseaba?
Seguí caminando. No porque supiera exactamente a dónde iba, sino porque detenerme se sentía más peligroso. En cada paso, en cada mirada al vacío elegante que me rodeaba, algo dentro de mí despertaba. Una parte dormida. Una parte que, quizás, ya había estado allí antes.
Seguí caminando, aunque mi mirada volvía una y otra vez al piano, como si esperara que alguien se acercara a tocarlo... o como si una parte de mí quisiera bajar corriendo las escaleras y sentarse frente a él, dejar que mis dedos recordaran lo que mi mente no podía. Pero no lo hice.
Mis pasos me llevaron hasta una esquina del pasillo donde el ventanal, amplio y elegante, dejaba entrar la luz pálida de la tarde. Afuera, la ciudad seguía su ritmo, indiferente a la calma majestuosa de aquel lugar. Dentro, todo parecía suspendido en el tiempo.
Me apoyé en la baranda, y por un momento simplemente respiré. Era curioso cómo el silencio aquí no era vacío, sino lleno de cosas que no se decían. Miré hacia abajo otra vez, hacia los sillones perfectamente alineados, hacia el piano que parecía esperarme, y me di cuenta de que había algo enterrado en mi pecho... una especie de nostalgia sin forma, sin nombre. Como si en alguna vida, en algún recuerdo que no logro alcanzar, yo hubiera sido parte de ese lugar.
Y entonces me pregunté, ¿Y si no era la primera vez que estaba aquí? ¿Y si ese piano no era nuevo para mí? ¿Y si este lugar... era una pista? ¿Porque era doctora? ¿Siento que tenía otra vida años atrás?
Me erguí, de pronto más consciente de mi respiración, del peso invisible que me había acompañado desde el momento en que crucé esas puertas. No sabía qué encontraría si seguía adelante, pero lo que sí sabía era que ya no podía hacerme la ciega. Porque algo me estaba esperando en este lugar. Y tal vez... solo tal vez, era el inicio de recordar.
Seguí avanzando por el pasillo, esta vez más despacio, como si cada paso pudiera despertar algo dormido bajo mis pies. Las paredes, decoradas con molduras sobrias y obras de arte que no reconocía, parecían observarme en silencio, como si supieran más de mí que yo misma.
Pasé junto a una puerta entreabierta. Desde dentro llegaba el tenue aroma de madera pulida y libros antiguos. Una biblioteca, quizás. Sentí el impulso de entrar, de explorar, de buscar entre las páginas alguna señal, algún nombre, alguna palabra que me devolviera un fragmento de quien fui. Pero seguí caminando. Aún no. Aún no estaba lista para enfrentar lo que podía encontrar.

ESTÁS LEYENDO
Deseo Perverso [+21]
RomanceTras despertar en una habitación de hotel tan lujosa como desconocida, ella no recuerda cómo llegó allí. Lo primero que ve al girarse es a un hombre desnudo, con el cuerpo parcialmente cubierto por sábanas negras, dormido plácidamente como si el cao...