El duelo

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Aziraphale leyó la última página de su libro y lo dejó en el velador al lado, se quitó los lentes y miró hacía la puerta del baño. Crowley llevaba un buen rato en la ducha luego de dejar al ángel en la cama con un beso "Vuelvo en seguida ángel"

Se había puesto su pijama de tartán y se preguntó si sería lo más adecuado, o quizás debería esperar a su demonio desnudo y perfumado. Abrió el cajón de su velador y sacó la colonia que le había recomendado su barbero, y en una movida arriesgada y audaz, abrió la cintura de su pantalón y se aplicó también en la entrepierna, mirando a ambos lados como si alguien lo fuese a ver y soltando una risita divertida.

Se quitó su pijama y lo dejó cuidadosamente doblado sobre la cama. Entró despacio al baño y ahí estaba la silueta difusa de Crowley tras la mampara de la ducha, con su melena roja serpenteando sobre su frente. Aziraphale se acercó despacio, hasta poder ver el brillo de las gotas desplazarse por la espalda fibrosa del demonio y como seguían su camino, dibujando cada músculo de su cuerpo atlético hasta tocar el cerámico en el suelo. Crowley, tenía los ojos cerrados, así que no vio al ángel entrar, pero su olfato no le falló. Se giró para encontrarse con Aziraphale frente a frente.

—¿Necesitas algo, ángel?
—Esfuerzos, ahora—ordenó el rubio.

Ambos manifestaron un pene, porque ambos tuvieron la misma idea: Tomar al otro.

Pero Aziraphale fue más rápido y volteó a Crowley de frente contra la pared, sujetando una de sus manos por sobre la cabeza del pelirrojo, apoyándola en el muro. Su otra mano rodeo la cintura de su compañero con agarre firme, llevó las caderas de éste hacía atrás, haciendo que Crowley liberara un leve gemido.

—Ángel—soltó en un suspiro.
—Shhh silencio—le dijo rozando sus labios en la oreja y Crowley se deshizo.

Un escalofrío subió por sus piernas y se depositó en su pene listo para inyectarse en sangre, Aziraphale notó la señal y bajó su mano suave hasta el miembro de su amigo y comenzó a masturbarlo.

Crowley echó la cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro de Aziraphale y volvió a cerrar los ojos entregándose al placer que le daba su amigo; su respiración profunda y agitada entibiaba el aire alrededor. El rubio soltó la mano de Crowley que tenía aprisionada contra la pared y tomó el mentón del pelirrojo para girar su rostro y besarlo, respirar de ese aliento, saborearle la boca y finalmente devorársela, recordando viejos tiempos, cuando comió carne por primera vez.

La mano en su quijada descendió lento hasta posarse en su abdomen y acariciarlo con dedos suaves, rodeó su ombligo como quien acaricia el borde de una copa, preparándose para beber del vino que pronto su amigo le iba a ofrecer. Subió luego a su pecho, explorando al tacto el vello mojado en él hasta encontrar un pezón y pellizcarlo. Crowley se estremeció y frunció el ceño mientras su respiración se agitaba más. Inconscientemente abrió las piernas y el bombeo de Aziraphale en su pene se aceleró...sólo un poco...quería mantener a su demonio cautivo contra la pared por el tiempo que él quisiese.

—No...no es justo, Aziraphale... déjame tocarte, necesito tocarte—llevó ambas manos hacía atrás y tomó las caderas del ángel y las atrajo hacía sí, buscando que su culo encajara con la pelvis del rubio, pero éste sólo apoyó la punta de su miembro erecto en la entrada de Crowley, amenazando con entrar, rozando apenas los músculos del ano del más alto, los que se contrajeron en respuesta, como la boca de un pez buscando alimento.

—¡Joder Aziraphale!
—Aún no estás listo querido— le volvió a susurrar al oído, pero esta vez finalizó la frase mordiéndole juguetonamente el lóbulo de la oreja.

Aziraphale se inclinó para alcanzar el lubricante que estaba sobre el lavamanos, podría haberlo hecho aparecer con un milagro, pero cuál sería el sentido de apurar la situación. Aplicó un poco a lo largo de su esfuerzo y un poco en el ano de su amigo, el sólo roce de los dedos de su ángel hizo que las piernas de Crowley temblaran. Deslizó un dedo lentamente, metiéndolo y sacándolo con suavidad, las nalgas del pelirrojo se contrajeron al primer encuentro, pero luego se relajaron, señal que Aziraphale entendió para introducir un segundo dedo y moverlo haciendo círculos y finalmente meter un tercero.

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