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«La vida de hija de un rico es una basura»

Me repetí infinitas veces mientras escuchaba los horribles pitidos de mi alarma de las 7 de la mañana. Y como muchos, ya no soporté y le dí un golpe, posiblemente lo había roto pero me da igual.

Me levanté de mi cama y me fuí a dar un corto baño, me desnudé y entré en la ducha. Al salir me cepillé los dientes y me dirigí a mi closet. “Escogí” la ropa que me iba a poner, que estaba ya de por sí predispuesta por el mandato de mi padre. Un vestido casual de cuadros azules con cinturón, que a pesar de ser ajustado y lo que sea, no hay que quejarse porque sino me dejan son herencia, y es literal. Me peiné mis rizos marrones y me maquillé un poco, mi cara tampoco es perfecta para mí.

Al terminar, me puse una balaca en el cabello para adornarlo un poco, posteriormente salí de mi bonito cuarto para bajar y desayunar. Como vivo un una gran casa, obviamente hay personas trabajando, y como se supone que "soy" educada les digo “Buenos días”.

Al descender las escaleras me encontré con Martha, la mismísima nana, que me recibió con una sonrisa. Ella me crío como una madre desde jovencita, sería interesante saber cuánto tiempo ha estado con nosotros, por lo que tengo entendido más de diecisiete años, mi edad.

—Buenos días, Abril— me saludó.

—Buenos días, Martha— Correspondí el saludo — ¿Cómo estás?

—Bien, ¿Y tú?— revisó su reloj.

—Excelente.

—Debo hacerte la salvedad de que hoy bajaste un poco retrasada para no decir que tarde.

—Estaba cansada, es solo eso— MENTIRA. Nunca duermo temprano, quisiera pero me impulso a quedarme viendo vídeos o leyendo en mi teléfono hasta muy tarde.

—Te repito, debes dormir temprano...

—Ya lo sé muy bien, pero la cabeza no me estaba dejando dormir mucho— repliqué antes que me dijera algo más, empecé a caminar en dirección al comedor pero paré en seco girando mi mirada hacia Martha que me llamó— ¿Pasa algo ahora?

—Te tengo una noticia muy buena.

—¿Cuál? — pregunté curiosa.

—Tu papá después de tanto insistir me dió el permiso de dejarte ir a la cafetería que te encanta del centro de la ciudad— se me iluminaron los ojos de repente, era un sentimiento especial tener el permiso de mi padre para ir a esa cafetería, que vende unas malteadas muy ricas—, así que vé y sube a buscar tus cosas.

—¡Ok!— abracé a Martha— Gracias por conseguirme el permiso.

—No es nada, ahora apúrate...

Me solté del abrazo y subí las escaleras hasta mi habitación, en la que agarré un bolso y metí ciertos objetos de valor como mi teléfono, mis audífonos, mi monedero y mi diario. Que puede sonar como si fuera una mocosa pero realmente sirve más para recapitular mis experiencias y notas por si se me olvida alguna actividad.

Bajé las escaleras nuevamente con un palo de hambre, casi desmayandome, pero ese sufrimiento se iba acabar de una forma muy deliciosa. Salí de la villa con Martha y mi guardaespalda Román hacia la camioneta.

Me monté en ella junto con Martha y arrancó en dirección a la cafetería. Durante el transcurso observaba cada árbol, casa, persona, mascota que pasaba a nuestro lado durante la trayectoria, mientras yo tarareaba la canción de mis audífonos imaginando escenarios ficticios de ella que claramente nunca van a pasar porque soy muy salada y la mayoría no se acercan ni a la “R” de realidad.

De un momento a otro, en uno de los semáforos, ví a alguien que entraba a una tienda que vendía objetos de valor con un costo  bastante elevado, pero razonable. Quizás fui yo la única que se dió cuenta que llevaba un arma, además de la forma tan extraña en que caminaba. En ese corto plazo de tiempo, se escuchó un disparo. Era claro que todo el mundo se iba a alarmar, pero no sabía que tanto, las personas que estaban a los alrededores de la tienda se dispersaron, la calle quedó en un sordo silencio aunque a la vez con gritos de gente angustiada. Pero mientras los que estábamos en los autos nos jodimos, justo al auto que estaba al frente del semáforo y adelante de todos se quedó en mi vista, sin gasolina.

Al parecer ese hombre tenía unos secuaces, algunos de ellos se empezaron a movilizar entre algunos carros amenazando, lo que fue una alerta para Martha.

Yo al menos no sabía que pensar ni sentir, no era terror, en cambio, era como un miedo no desbloqueado, pero a la vez me fascinaba, porque nunca había visto esta situación en persona. Aunque lo único que sabía era que ellos no actuaban inteligentemente, ¿Cómo carajos se ponían a hacer de las suyas en plena calle concurrida?

No me dió tiempo de reaccionar cuando sentí que Martha me agarró por el brazo y me atrajo a los asientos traseros del auto y me abrazó.

—Mientras estemos contigo, no pasa nada— no le creí lo suficiente. Nuestro auto era llamativo, era difícil que ellos no se acercaran a golpear las ventanas.

Bueno, eso me hizo sentir más tranquila.

Los ladrones en los carros de al frente estabas golpeando las ventanas y sacando el dinero de las personas, algunos celulares, q pesar de que no sabía cómo, lo escuchaba. Sé que quisieron intentar con nuestro auto, pero se les hizo imposible y pasaron de largo.

—Las ventanas del auto son a prueba de muchas cosas, las balas no van a funcionar— mencionó uno de los hombres.

Después de un rato sentí que los gritos sesaron, y se escuchaban las bocinas de la policía.

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Holi gente trasnochada, hasta aquí este
corto capitulo que sirve como
introducción, quería hacerles esa
especificación
Tenkiu por tu lectura ♡.

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