Lucifer | Sunsun

05

La mayor incomodidad a la que el ser humano puede ser sometido es al silencio, pero el tormento era unilateral cuando la ausencia del ruido era mediador entre una criatura sobrenatural y un humano. Por parte de Sunghoon, le bendecía el tormento en la mente del dulce jovencito, mientras que por parte de Sunoo, se sentía como una traición hacia todos hasta el punto de involucrarle: sentía que traicionaba sus valores, a sus padres y a su Dios por no resistir, pero traicionaba a quién amaba por negar, y se traicionaba a sí mismo por creer que cualquier veredicto en la situación no era una decisión propia, o eso era lo que en su mojigatez prefería justificar como un intento en vano de poder liberarse de la culpa, la cuál le acompañó hasta reposarse en su descanso interrumpido por la duda.

Sunghoon dormía plácidamente mientras Sunoo volteaba con envidia deseando poder ser él y es ahí cuando se cuestionaba la maldad que podría no albergar el amorío entre ellos, por el hecho de que "más sabe el diablo por viejo que por diablo", y el mayor quién inclusive era superiormente letrado, dormía como si lo de hace un momento fuese nada y vivía su vida normal sin brindar explicaciones.

Eran exactamente las 2:59 AM y Sunghoon despertó con llamas color sangre en los ojos, las cuáles se apaciguaron a un marrón cenizo, convincente de que la ocurrencia sería un instinto y no algo que planeó con antelación.

06/06 3:00 AM

Sunoo se sobresaltó cuando volteó y se encontró con el rostro vivo del mayor, quien le observó fijamente, sin intimidarle, mostrando compasión y entendimiento por la metamorfosis que el menor negaba cometer.

—Ya es demasiado tarde, deberías dormir —. Sunghoon plantó un beso en su frente a las 3:03 AM comenzando con su rito, pactando consigo mismo que impondría dominancia y su víctima finalmente comprendía y aceptaba lo que a partir de estos momentos ocurriría entre ellos.

—Eso quisiera —. Los ojos color miel se inundaron en exactamente seis lágrimas que cortaron el llanto justo en el preciso momento en que la cifra se cerró.

—Te lo impides tú mismo, no me culpes. No tienes que creerme todo lo que digo, pero yo noté en tí lo que nadie acepta, yo lo acepto como me acepto a mí y como el padre me acepta. Me permite la prosperidad y la felicidad porque he obrado bien y lo demás es asunto mío. El amor no tiene límites ni barreras, Sun, y si en algún punto pudieras visitar mi mente, entenderías la ligereza que deseo ver en tí y el porqué yo la preciso todo el tiempo —. Le tomó la mano suavemente, plantando caricias y es ahí cuando la bomba explotó, cuando la burbuja que le protegía se expandió hasta no poder más y desaparecer.

Sunoo enredó sus dedos en los de Sunghoon tomando aire justo antes de entregar la primera miel de sus labios. Hidrató a Sunghoon con su dulzura y la dulzura solo encendía una llama que lentamente crecía aún más. La inexperiencia y la naturaleza humana del dulce jovencito jugaban en su contra cuando sintió su abdomen apretarse y algo más abajo liberar agradables descargas eléctricas. Era inocente, más no tonto y claramente sabía todos y cada uno de los pasos en una relación sexual, incluyendo el proceso de excitación, el cuál coincidía exactamente con cada reacción de su cuerpo.

Sentía su corazón bombear más sangre de la debida. El aire fresco de la reserva natural era un soplo infernal en su piel ardiente como una parrilla. Sus suaves hebras se empapaban en el elixir de sus poros con la combinación del betún químico que le prometía mantenerlo joven. Se sintió tan sucio y complaciente cuando su espalda colocó una curva que rozaba su pelvis contra Sunghoon, y esa curva trazaba un recorrido hasta su pierna que entrelazada entre los pilares de Sunghoon, enganchaba un triángulo. Dentro de la estrepitosa pista, un enorme bulto, chocó con el suyo hasta besarse justo de la forma en que ellos se besaban o aún con más suciedad y deseo.