Todo empezó una tarde cuando me encontraba en el salón haciendo ejercicio, tan solo vestía un pantalón de chándal y mis deportivas. Empecé con unas flexiones, luego unas pesas y terminé haciendo abdominales.
El perro me ayudaba en cada ejercicio contando/ladrando y animándome.
Decidí darme una ducha y justo cuando salía del salón entro mi novia en casa.
Venía de trabajar y llevaba una blusa blanca, casi transparente, y una falda negra de tubo bastante ceñida que dejaba al descubierto unas largas y preciosas piernas.
Cuando pasé a su lado sin camiseta y con gotas de sudor recorriendo mi cuerpo se quedó perpleja.
Me gustaba aquella mirada llena de morbo. La agarré de aquel marcado trasero y la acerqué a mí fundiéndola en un beso largo y caliente.
Me retiré y me dirigí al baño para ducharme.