𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 1.

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PERCY JACKSON Y SUS PERSONAJES COMO LAS IMÁGENES NO SON MIOS, CREDITO A SUS RESPECTIVOS CREADORES, SOLAMENTE LA HISTORIA ES MIA. YA NO LOS HAGO PERDER MAS TIEMPO, QUE EMPIECE ESTA HISTORIA.


Izar caminaba por el bosque con pasos ágiles, sintiendo cómo la tensión en el ambiente se volvía insoportable. El aire pesado y el susurro entre las ramas le advertían de lo inevitable: los monstruos estaban cerca. Cada fibra de su ser lo percibía. Aceleró el paso, su respiración acompasada con el latido de su corazón, hasta que llegó a un claro bañado por la tenue luz de la luna, que se filtraba entre las copas de los árboles como un faro en la penumbra.

No tuvo que esperar mucho. Las sombras en el borde del claro comenzaron a moverse, y pronto fue rodeado por un grupo de monstruos que gruñían, sus ojos brillando con una malevolencia primitiva.

—Vaya, vaya... —murmuró Izar, dejando escapar una risa seca—. Parece que es momento de hacer un poco de limpieza.

El desdén en su voz era palpable. Los monstruos respondieron con gruñidos más intensos, acercándose con una cautela letal. Izar observaba sus movimientos, sus labios curvándose en una sonrisa burlona.

—¡Vamos, venid por mí, bestias repugnantes! —les provocó, abriendo los brazos con arrogancia, como si les invitara a atacar.

Los monstruos lanzaron un ataque coordinado, pero algo cambió en Izar. Sus ojos, antes oscuros, brillaron de repente con un rojo carmesí, tan profundo como la sangre misma. Las escleróticas se tornaron negras como la noche, una visión perturbadora que hizo vacilar a las criaturas por un instante. Con una sonrisa que destilaba crueldad, Izar los miró, como si supiera que el desenlace ya estaba escrito.

Izar se lanzó sin titubeos hacia los tres cíclopes y los cinco perros infernales que lideraban la horda de monstruos. Su cuerpo era un borrón de velocidad, y en un instante ya estaba sobre uno de los perros, propinándole un golpe tan fuerte que su cráneo se partió con un crujido aterrador. La criatura cayó al suelo, mientras el impacto de su caída hizo tambalear a un cíclope cercano, que se desplomó con un rugido, haciendo vibrar el suelo bajo sus enormes pies.

—¡Estúpidas bestias! —vociferó Izar, su voz reverberando entre los árboles—. ¡Pudrirse en el infierno!

Con una agilidad sobrehumana, Izar esquivó las mandíbulas de otro perro infernal que se abalanzó sobre él, y con una sonrisa perversa en los labios, hundió su rodilla en el pecho de la criatura. El monstruo aulló de dolor antes de ser lanzado al aire con una fuerza brutal, estrellándose contra un árbol.

Los cíclopes, furiosos por la pérdida de sus compañeros, cargaron al unísono. Sus pasos hacían temblar el suelo y levantaban una nube de polvo que envolvía el campo de batalla. Izar los enfrentó con una mirada imperturbable. Cuando el primer cíclope arremetió, Izar se deslizó bajo su brazo, esquivando su mazo con una velocidad y precisión letales. En un movimiento rápido, golpeó el costado del monstruo con un estallido de poder, quebrando sus costillas como si fueran ramas secas.

El cíclope rugió de dolor, pero Izar no le dio tiempo para recuperarse. Saltó sobre su pecho y, con ambas manos brillando con un destello plateado, hundió sus puños en el cráneo del gigante, dejando solo un eco de su grito en el aire antes de que cayera muerto.

—¡Vamos, no me decepcionen! —gritó Izar, riendo con una mezcla de adrenalina y crueldad mientras el segundo cíclope levantaba su enorme mazo para aplastarlo.

Con un giro ágil, Izar esquivó el golpe que habría pulverizado a cualquier otro. El mazo se estrelló contra el suelo con un estruendo, levantando una nube de polvo y tierra. Aprovechando el desequilibrio del cíclope, Izar corrió por su costado y, antes de que la criatura pudiera reaccionar, le dio un violento golpe en la rodilla, haciéndola caer con un rugido de dolor. Sin perder el impulso, se abalanzó sobre la criatura, clavándole los dedos en el cuello con una presión inhumana, hasta romperle la tráquea.

—¡Toma esto! —exclamó, con una sonrisa de satisfacción mientras los ojos del cíclope se apagaban—. ¡Esto es divertido!

Pero entonces, el tercer cíclope y los perros restantes aprovecharon el momento, atacando en grupo, rodeándolo por todos los flancos. Uno de los perros infernales saltó hacia él, buscando morderle el brazo. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarlo, unas grotescas criaturas fusionadas entre sí emergieron del brazo derecho de Izar, deteniendo al monstruo en pleno vuelo.

—¿Os preguntáis qué son estas cosas, verdad? —dijo Izar, girándose hacia los monstruos con una sonrisa irónica—. Son criaturas del caos. Solo me obedecen a mí.

Los monstruos del caos se movían de forma errática, como si no tuvieran forma definida. De repente, un tentáculo disparado desde la boca de una de estas bestias atravesó al perro infernal, que cayó al suelo con un estertor final. Izar se giró hacia los cíclopes restantes, sin perder un ápice de su seguridad.

—¿Cómo puedes tener ese tipo de poder, mocoso? —gruñó uno de los cíclopes, retrocediendo ligeramente, asustado—. ¡Eres solo un niño!

—No tengo que dar explicaciones a criaturas insignificantes como tú —replicó Izar, su voz gélida mientras avanzaba un paso más—. Porque no vivirás lo suficiente para entenderlo.

El cíclope vaciló, pero antes de que pudiera reaccionar, Izar ya estaba sobre él. Con una ráfaga de movimientos rápidos, golpeó su pierna, haciéndolo tambalearse. Con un salto, Izar ascendió por su pecho, y con ambas manos destellando de energía caótica, descargó un golpe demoledor sobre su cabeza. El cráneo del cíclope se partió bajo la presión, y el gigante cayó al suelo, muerto.

Solo quedaba uno. El último cíclope miró a Izar, temblando visiblemente.

—¿De verdad creías que podías derrotarme? —preguntó Izar con una sonrisa cruel—. Pero ya es hora de terminar con esto.

Izar levantó una mano al cielo y una esfera de luz plateada comenzó a formarse en su palma, creciendo hasta iluminar el claro. Con un gesto casi perezoso, la lanzó hacia los monstruos restantes. La explosión de energía fue inmediata, consumiendo a los pocos que quedaban. El estallido resonó como un trueno, y el resplandor de la luz fue lo último que vieron.

Con una última mirada de desprecio, Izar observó cómo los cuerpos de las bestias eran destruidos sin dejar rastro. El bosque volvió a quedar en silencio, solo roto por el susurro del viento.


Fin del flashback.

Me dirigía a casa para dormir, ya que mañana tendría que buscar una escuela donde estudiar. A pesar de ser el campeón del Caos y tener conocimientos de sobra, prefiero aprender en un entorno escolar, aunque detesto estar en uno.

Gracias a todos por seguir la lectura. Y mil gracias más a todos los que comentan y votan,me encantaría leer los comentarios que dejan.




𝐍𝐞𝐰 𝐎𝐩𝐨𝐫𝐭𝐮𝐧𝐢𝐭𝐲 | 𝑷𝒆𝒓𝒄𝒚 𝑱𝒂𝒄𝒌𝒔𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora